
“La historia de la mujer tiene que ver más con lo que se calló que con lo que se dijo”
Irene Muñoz
En el llamado tiempo de las mujeres, las reglas partidistas, las expectativas sociales, las restricciones desde los equipos y ¡la maldita culpa!
En 1992, Griselda Álvarez, la primera mujer gobernadora en México (1976 – 1979), publicaba de forma autobiográfica el texto “Cuesta arriba: memorias de la primera gobernadora”, un ejercicio de escritura revelador y con ciertas licencias propias del tiempo, entonces ella lo señalaba así,
(…) Las memorias son el streap tease de los ancianos. En la tercera edad tenemos el ánimo bien dispuesto a decir todo con cierto atrevimiento o imprudencia. Nuestro descoco tiene razón de ser. Posiblemente se base esta actitud en que o bien “ya hicimos”, como se dice ahora, y no tenemos nada que perder, o conservamos evidente narcisismo no exento de una palpable disposición dogmática (…)
Distancia y tiempo son elementos indispensables para elaborar escrituras francas, con autocrítica, irreverentes dosis de contrición y libertades elegidas. Estamos conscientes que el momento presente impedirá que las hoy mujeres candidatas ejerzan estos espacios que Griselda Álvarez denominó decirlo todo con cierto atrevimiento, por el contrario, los silencios elegidos y la prudencia asociada a la disciplina partidista explicará muchas de sus intervenciones, silencios y hasta contradictorias complacencias.
Tiempo al tiempo, algún día conoceremos las historias y relatos de un proceso electoral al que se le ha denominado el tiempo de las mujeres desde las protagonistas, sin presiones, sin condicionamientos… las anécdotas que den cuenta de sus miedos, sus enojos, sus frustraciones, sus contradicciones, sus decepciones, traiciones, aprendizajes y (des) aprendizajes serán la materia más útil y reveladora de sus memorias. Esas serán las memorias que nutrirán el trazado histórico de la participación política de las mujeres, las memorias políticamente incorrectas. Las memorias que, más allá de lo que marca el discurso de la ley formal, nos permitirán identificar resistencias, micromachismos y artilugios misóginos vigentes ¡en pleno 2024!
El que las mujeres candidatas nombren con verdad la existencia de estas prácticas, aunque ellas no hayan sido las directamente afectadas, obrará en su propia protección y defensa. El tener mujeres candidatas abre, más no garantiza, la posibilidad de romper esos pactos patriarcales de silencios y revictimización a otras. Esperaremos en el presente sus posturas firmes, y en unos años, sus francas y detalladas memorias.
Una apuesta sobre los (otros) relatos de los tiempos de las mujeres que esperamos conocer
Con el mes de junio, y una vez concluidos los plazos para agotar inconformidades por los resultados electorales los planos de realidad para las hoy candidatas tendrán otros planos de perspectiva, el triunfo y la derrota cimbran posturas. No serán, no seremos las mismas.
En tanto esto ocurre, quiero imaginar en meses o en años unos diálogos necesarios con aquellas mujeres dispuestas a reflexionar y compartir con otras sus testimonios y experiencias, sin eufemismos, sin verdades a medias, sin culpa, sin vergüenza.
Algunas, solo algunas, de las preguntas que desde ahora les propongo a las compañeras candidatas, son las siguientes:
• ¿Qué libertades tuvieron para participar, diseñar y administrar en SU candidatura?
• En el llamado tiempo las mujeres, ¿eran tratadas igual que sus compañeros candidatos, tenían las mismas exigencias? ¿Desde dónde se creyeron esta consigna, desde las realidades de sus vidas militantes o desde el discurso irreflexivo?
• Ser las candidatas a la gubernatura ¿qué posibilidades de voz, voto y decisión les otorgó al interior de sus partidos?
• ¿Qué derechos políticos debieron arrebatar para ustedes y para otras?
• ¿Cómo se relacionaban con las otras mujeres del partido y de otros partidos? ¿Establecieron redes de apoyo?
• ¿Cuándo Ustedes avanzaron, cuántas lo hicieron con Ustedes?
• ¿Qué prejuicios y estereotipos enfrentaron, cuales aceptaron, cuales reprodujeron?
• ¿La participación política de las mujeres tuvo cambios significativos respecto a otros procesos? ¿Estaban en la toma de decisiones o eran informadas sobre lo decidido?
• ¿Cuántas veces dijeron que NO sin culpa, sin remordimiento y con plena autonomía?
• ¿Qué convicciones pudieron defender aún a costa de los intereses de su partido? ¿Cuánto debieron ceder? ¿Qué deudas generaron consigo mismas?
• ¿Se descubrieron machistas?
• ¿Tuvieron miedo, dudas de reconocerse frente a otros y otras feministas? ¿Tuvieron que disculparse o dar explicaciones por ello?
• ¿Alguna vez pensaron en renunciar a la candidatura? ¿Por qué no lo hicieron? ¿Qué las hizo permanecer?
Y finalmente y no menos importante, quiero prever esta pregunta para las candidatas a puestos de elección en Guanajuato.
Era 2024, al momento Guanajuato y todo su territorio, atravesaba una de las mayores crisis de violencia feminicida, delincuencia, crimen organizado y hasta terrorismo, preguntarles,
• ¿Sintieron miedo?, ¿cómo abordaban el tema de seguridad con sus familias?, ¿qué medidas consideraron?, ¿qué factores pusieron en la balance para participar en un proceso electoral con este contexto?, ¿qué pensamientos y emociones tuvieron entonces al transitar territorios y zonas donde esa misma mañana, o en horas previas, podrían darse cuenta de hechos delictivos?
No tengo prisa. Éstas, y muchas otras preguntas, deberán esperar al menos uno, dos, tres o más sexenios antes de ser contestadas con la franqueza exigida. De hacerlo antes de tiempo se corre el riesgo de tener respuestas planas, articuladas por el equipo de comunicación y marketing de la candidata, o por la misma candidata desde los temores del cuidado de la candidatura y trayectoria.
Así que, convendrá esperar el paso natural del tiempo que replantea vidas, conciencias y prioridades vitales. Como lo refiere Josefina Vázquez Mota, candidata presidencial en el 2012 postulada por el PAN a propósito del tiempo que necesitan darse las mujeres en la vida partidista,
(…) Creo que hay que hacer un alto, acogerse a los grandes amores que uno tiene (…) Marcar un poco de distancia para reflexionar sobre los errores y los aciertos (…)
(…) Hoy veo la vida de una manera mucho más serena, con menos precipitación. Es dificilísimo que yo acepté ir a comer con alguien que no sean mis hijas o mis grandes amores. Sé con quién disfruto y con quién me alegro. Y también sé con quién debo ser más precavida. Son lecciones que se quedan para siempre, más allá de una candidatura o de una campaña (…)
(…) Volvería a vivir la experiencia (ser candidata) sólo que ahora con lecciones y experiencias que entonces no tenía (…).
Extracto de entrevista, en el texto Una lección para todas, 2015.
Una posdata necesaria en este 1ero de marzo:
Compañeras candidatas, con el inicio de las campañas sepan que no tienen que acreditar capacidades o méritos. No permitan ninguna pregunta o cuestionamiento que vulnere sus trayectorias, si están en la contienda, suficiente han acreditado.
Éxito para todas, lo verdaderamente importante, no será que llegué la primera presidenta, o la primera gobernadora, lo que deberemos garantizar es que no sean las últimas y el camino sea para todas.