Este gimnasio sobrevive en una zona donde surgieron otros espacios de ese género, semilleros de hombres que moldearon músculos, crisparon puños y treparon crestas en concursos mundiales; y mientras eso ocurría, dicen por estos rumbos, algunos cultivaban amistad con actores de la época, entre ellos Pedro Infantes, un ídolo que también se esmeraba en modelar su cuerpo, canturreaba Amorcito corazón y arrancaba suspiros de mujeres, en medio de aplausos que premiaban su voz y mexicanos que trataban de imitarlo.
Eran los años cincuenta. José y Jorge Castañeda Lince se hacían de los primeros gimnasios en la calle Tacuba, Centro Histórico de Ciudad de México; al paso de los años se cambiarían a la colonia Guerrero y más tarde a Isabel la Católica, corazón de la capital, al que acudían empresarios y financieros de la época. Hasta que hace 22 años, en un esfuerzo por sobrevivir, trasladaron sus aparatos a la calle Vizcaínas.

Los hermanos Castañeda, originarios de Gutiérrez Zamora, Veracruz —“mis padres me trajeron de 4 años”, comenta Jorge— son impulsores del deporte en esta metrópoli, además de dirigir espacios que han sido semillero de una hornada luchadores y de fisicoculturistas que obtuvieron títulos mundiales, como lo fue el propio José Castañeda Lince, ya fallecido, y Jorge, quien a sus 82 años continúa haciendo ejercicio.
Jorge Castañeda estudió en la secundaria número 4, para después entrar a la Preparatoria 2 y de ahí a la ENEP, pero prefirió quedarse al lado de su hermano José en el gimnasio, y de ahí hasta la fecha.

—Prefirió el gimnasio.
—Sí, las pesas, el deporte. Tenía yo 20 años.
—Y siguió los pasos de su hermano.
—Mi hermano destacó bastante, ya le dije, y ganó los títulos de Míster México y Míster Universo, en 1956 y 1962; yo seguí su ejemplo, sí, y quedé cuatro veces en segundo lugar como Míster México.
A Jorge Castañeda le gusta resaltar las hazañas deportivas de su hermano mayor, quien obtuvo el récord Guinness en levantamiento de pesas; por eso, dice, su nombre luce en el Salón de la Fama.
—Era muy fuerte.
—Sí —confirma en el interior de su gimnasio El Metropolitano—, con decirle que rompía un directorio telefónico en cuatro partes.

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Para ser más preciso don Jorge escribió algunos datos en una hoja de papel, empezando por el nombre de su hermano: Señor José, nació el 16 de febrero de 1930, en el municipio de Tantoyuca, Veracruz.
“Mi hermano murió a los 89 años. El Gimnasio Metropolitano, Cuna de campeones, se inició en el año 1956, cuando mi él, hermano, ganó el Míster México en el Palacio de mármol”.
“Se le puso Cuna de campeones porque del gimnasio salieron los Míster México Ramón Pardo, Aarón Rodríguez, Alfonso Torres, Albino Espinosa, Polo Orca, Héctor Pliego, Valdemar Santana, Alejandro Báez y Polo Corzo, todos entrenados por mi hermano”.

Don Jorge clava la mirada en la hoja, escudriña cada renglón y deletrea nombres de algunos luchadores que aquí se formaron: Mil máscaras, Tinieblas, Dos caras, Psicodélico, El Rostro, Dorrel Dixon, Súper Muñeco, Súper Pinocho, Bello Greco, Coloso Colosetti, César Valentino…
El sobreviviente Metropolitano está en un viejo edificio, cerca del Eje Central Lázaro Cárdenas, avenida que en aquellos años se llamó San Juan de Letrán; este gimnasio es parte de una época gloriosa, durante la cual sobresalieron los históricos Baños Jordán, ya desaparecidos, donde entrenaron boxeadores como Toluco López, Ratón Macías, Vicente Saldívar, llamado El zurdo de oro, entre otros tantos, recuerda don Jorge.

—Un clásico sobreviviente.
—Sí, bueno, nuestro gimnasio tiene aparatos viejos pero todos funcionan; los que vienen a entrenar aquí sí se ponen fuertes —dice mientras sonríe—, no como en las elípticas.
—¿Y usted sigue entrenando?
—Sí —contesta, para después flexionar piernas y brazos en uno de los aparatos—y voy a los concursos de Míster México, con Pancho Francisco Cabezas, el presidente de la Federación; ahí nos sentamos, con los jueces; huy, cantidad de gente que va; por cierto, acaba de pasar el concurso.

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Este gimnasio tiene una pequeña cancha de frontón en la que Uriel Salmerón Terrazas, de 69 años, practica con amigos; ha sido cliente durante 44 años, lapso en el que ha visto pasar a muchos personajes, tanto por este lugar como en otros donde ha estado el Metropolitano. “Ha salido lo más selecto en lucha y box”, dice, mientras limpia el sudor del rostro, después de jugar durante varios minutos con un amigo. Solo se escuchaban pujidos, golpes de la pelota y el ruido de los brincos. La ostensible agilidad a pesar de los años.
Mientras tanto el luchador Lion Black, pupilo de los hermanos Castañeda Lince, recuerda que es cliente del Metropolitano desde 1995, desde que el gimnasio estaba en la calle Rosales y Eje Guerrero.

“En ese tiempo estaba con José Castañeda, que en paz descanse, y seguimos con Jorge Castañeda, que es mi profesor de pesas”, comenta Lion Black, quien recuerda que el día que se inscribió conoció a los luchadores El hombre bala y Águila india.
—Esta zona ha sido tradicional para gimnasios.
—Sí, estaba Baños El Jordán, en Eje Central y Fray Servando, pero lo cerraron en el 85, y abrieron Los Nuevo Jordán, pero también fue cerrado con la pandemia.
—Semilleros de boxeadores…
—De muchos campeones, ahí entrenaba Julio César Chávez, por ejemplo; recuerdo que cerraban la calle cuando venía a entrenar. Sí, llegaron a venir varias estrellas del box, pero gimnasios de trayectoria solo queda éste.

Es el Metropolitano, donde se prohíbe el uso de anabólicos, como se anuncia en la entrada. “Aquí todo es natural; viejito, pero natural”, dice un sonriente Jorge Castañeda Lince.

Humberto Ríos Navarrete