Cultura

Las joyas del Siqueiros preso


El inmueble, convertido en cárcel a principios del siglo pasado, cerró sus puertas 76 años después luego de que se fugara el narcotraficante cubano Alberto Sicilia Falcón, quien había escapado por un túnel de 700 metros, el cual llegaba hasta las entrañas del penal. Cinco años atrás, pero en un helicóptero, lo hizo David Kaplan.

Sicilia Falcón sería reaprehendido poco después por policías mexicanos, encabezados por el comandante Florentino Ventura y Adrián Carrera, quienes tenían datos para echarle el guante al delincuente, también conocido por su cercana relación con personajes de la farándula. Fueron auxiliados por colegas estadunidenses.

Desde aquella época se puso de moda la construcción de subterráneos ilegales, no obstante que Lecumberri, rodeado de populosas colonias y una amplia avenida, estaba bien fortificado; el poder económico del pícaro personaje, sin embargo, logró derribar otro tipo de muros, como la complicidad de funcionarios.

Aquel suceso fue uno de los principales motivos para que cerraran las puertas del legendario penal, que también sirvió para recluir personajes opositores al gobierno, entre éstos algunos escritores y artistas, así como delincuentes comunes cuyas tropelías llenaron de tinta las páginas rojas de los diarios.

Lecumberri había sido edificado para albergar a mil internos, pero llegó a tener hasta 8 mil, como ahora sucede con algunos reclusorios en el Distrito Federal. Esta sobrepoblación también contribuyó a su desaparición, pero el caso Sicilia Falcón "fue la gota que derramó el vaso", dice el historiador Alejandro de Ávila Sánchez, del Departamento de Educación del Archivo General de la Nación.

En un principio, después de ordenar el cierre definitivo del penal, cuyo último director fue Sergio García Ramírez, el gobierno tenía la intención de que lo demolieran, pero escritores, intelectuales, artistas y arquitectos se opusieron; entre otros, Edmundo O'Gorman, José Manrique, Eduardo Blanquel y Flavio Salamanca.

Y así, con algunos reacomodos en el diseño, el 26 de mayo de 1977 el llamado Palacio Negro de Lecumberri se convirtió en la sede del Archivo General de la Nación, "que resguarda los documentos fundamentales del Estado mexicano y sus antecedentes históricos", según descripción oficial.

El inmueble, ubicado en la avenida Eduardo Molina, colonia Penitenciaría, contiene 375 millones de hojas, que en longitud, de acuerdo con una comparación oficial, equivalen a casi 52 kilómetros.

Y sus registros más antiguos datan de la tercera década del siglo XVI, de acuerdo con documentos, hasta el año 2012, así como 5 millones de piezas fotográficas, desde finales del XIX a la fecha.

Y sus joyas en exhibición.

Como pinturas de Siqueiros.

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Durante el periodo como cárcel preventiva, describe una exposición de motivos oficial, el Palacio de Lecumberri "tuvo bajo su tutela a artistas reconocidos de diferentes géneros, escritores, donde el encarcelamiento abonó a su creatividad, misma que fue replicada por los presos comunes..."

Entre esos artistas sobresale el muralista David Alfaro Siqueiros, quien estuvo durante tres periodos distintos (1930, 1940 y 1960) "por motivos relacionados con su pensamiento político, entregado al movimiento obrero mexicano, con animadversión de sectores dominantes..."

De 1960 a 1964, detalla el documento, Siqueiros realizó más de un centenar de dibujos y pinturas, y "destaca la creación de dos escenografías como biombos constituidos por varios paneles unidos por bisagras para montajes escritos por los presos, permitiéndole a Siqueiros dar un paso más allá del caballete".

Los dos biombos fueron creados para ambientar la obra Licenciado, no te apures, escenografías que, al morir el pintor, "fueron entregadas a su hermano en 1970, aproximadamente, y que por circunstancias desconocidas fueron cedidas al coleccionista Paul Antebi".

Antebi donó una de las dos escenografías de Siqueiros al Archivo General de la Nación (AGN), "que representan documentos de alto valor histórico para profundizar en la ideología política que prevaleció durante la segunda mitad del siglo XX y más aún en un momento histórico tan convulsionado como fue el periodo de 1960 a 1970".

Y aquí, en el vestíbulo principal, no solo está la obra del muralista, sino otros documentos, que transportan a momentos históricos. Otros, miles, están en gavetas especiales, pero es necesario tener permisos especiales para escudriñarlos.

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"La gota que derramó el vaso para que se cerrara la penitenciaria", dice el historiador Alejandro de Ávila, fue el escape de Alberto Sicilia Falcón.

Describe y se emociona:

—Tenemos documentos desde la época de la Conquista, el Acta de Independencia, todas las constituciones y leyes que han regido nuestro país; así hayan sido por tres días, las tenemos aquí; los documentos de Benito Juárez, de Emiliano Zapata, de Miguel Hidalgo, los procesos inquisitoriales que sufrieron los insurgentes. Aquí está la reconstrucción de la historia, las fuentes primarias del conocimiento.

—Y las pinturas de Siqueiros.

—Está un biombo que pintó Siqueiros, justamente en el área donde él estuvo preso, aquí, y que lo hizo como parte de una escenografía de una obra de teatro que también escribió otro preso, que se inauguró y se estrenó aquí —dice, mientras señala la pieza, que sirvió de escenario para montarla.

—¿Y aquí? —se le pregunta.

—El escudo nacional oficial —agrega, mientras señala el documento, fechado en 1968, con la rúbrica del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

—¿El AGN es insuficiente?

—Tenemos ahorita 52 kilómetros lineales de documentos, pero ya no caben, están ya los espacios muy comprometidos.

—Pero el archivo es joven.

—Acuérdate que el Archivo General de la Nación tiene su origen en la Nueva España, en 1792; y cuando se consuma la Independencia, se crea lo que se llamó el Archivo General y Público de la Nación. Entonces aquí hay un cambio muy importante: estamos hablando de 1923, al ser general y público significa que todo aquel interesado puede consultar los acervos.

Son 52 kilómetros lineales de documentos resguardados en instalaciones de lo que se conoció como el Palacio Negro de Lecumberri, ubicado en la delegación Venustiano Carranza, donde se concentran más de 500 años de historia.

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Humberto Ríos Navarrete
  • Humberto Ríos Navarrete
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