Cultura

Dona un riñón y practica triatlón

Los personajes de estas historias aún viven para contarlas, empezando por César Guilbert Morales, quien recuerda el día que decidió donar un riñón, para lo cual escribió su deseo en un buscador electrónico, donde apareció una organización civil que le pidió contactar a una mujer.

A ella le concedió parte de su cuerpo; al otro, un cuadripléjico, lo hizo su compañero en competencias de triatlón. Los tres fueron unidos por las redes sociales, la compasión, la necesidad y el azar.

Han pasado cinco años desde que César escribió en Google cinco palabras: “Alguien que necesite un riñón”. Entonces el representante de una asociación civil le envió un número telefónico para que se comunicara con Bethzabe.

Fue un lunes de junio.

Eran las 7 de la mañana.

César marcó.

Respondió una voz masculina.

—Hola, soy César y busco a Bethzabe.

—Sí, ya sé quién eres, permíteme.

—Hola…

—Hola –escuchó la voz femenina-, soy César, te hablo de Chihuahua, y aquí tengo un riñón pachoncito que he cuidado con mucho amor para ti.

Esas fueron las primeras palabras de César Guilbert, quien ahora, de visita en la alcaldía Coyoacán, donde vive Bethzabe, recuerda la anécdota con una emoción que refleja en sus ojos, su voz, sus ademanes.

—Yo sabía que le iba a tocar el corazón –recuerda, a la sombra de un árbol-, yo lo planeé, hermano, porque quería que fuera algo hermoso, que llegara de donde menos lo esperara; mí me hizo sentir bien feliz, hermano.

Recuerda que, previo a la intervención quirúrgica, pasaron por un largo protocolo, hasta lograr la compatibilidad en un 97 por ciento. Bethza, como él la llama, tenía dos años buscando un riñón.

Dos días antes de la cirugía, ella lo llevó al hospital; y, antes de entrar a las instalaciones, lo tomó de la mano.

—Fue algo muy fuerte para mí –recuerda César- ver que había muchas personas en su situación. ¿Y sabes qué fue lo más duro? Fui el único en el

2015, no emparentado, que donó un riñón; el único en México de los 120 millones de mis hermanos, amigos, que criticamos todo en las redes.

—¿Qué sentiste?

—Entonces pensé que fue un regalo para mí, de congruencia. Muchos me celebraban, me bendecían. Fue hermoso transitar en los pasillos con los médicos y las enfermeras.

El triatleta revive aquel momento:

—Me siento pleno, bendecido. No era el objetivo salvar a Bethza, y yo se lo dije: “Yo no vengo a salvarte”. Vengo a salvarme, a ser coherente, agradecerte la oportunidad que me das de tocar y bendecir tu cuerpo a través de este regalo.

César prefiere usar la palabra “compartir” y rechazar el concepto de “romantizar”, que varias veces niega durante la plática.

Y acepta que lo hace feliz que se califiquen sus acciones de sorprendentes; aunque aclara que cualquiera puede imitar su acción.

“Mi fragilidad me hace poderoso”, ataja. “Por eso puedo hacer deportivamente algo con lo que, si tú me ves, no cumplo con el estereotipo físico de un súper atleta, pero sí soy el único que hace estas competencias cargando a alguien con 90 kilos extras”.

César Guilbert Morales, originario de Chihuahua, Chihuahua, radica en Cozumel, Quintana Roo, donde practica triatlón de largas distancias, “lo más largo que hay”, dice, “y lo hago con mi amigo, que es cuadripléjico. Somos un equipo; yo lo cargo”.

Esa es la otra historia.

Y surgió un año después de que donó el riñón, cuando, en una ocasión, mientras nadaba en Cozumel, pensó en llevar a cabo su otra hazaña y se lo comunicó a su entrenador, quien lo animó a cumplirla.

Y volvió al buscador.

—Te soy honesto –acota César Guilbert-, yo buscaba a un invidente, a alguien que no fuera tan pesado, pero me etiquetaron a Aarón Reza y resulta que somos de la misma ciudad y tenemos amigos en común, y la primera vez que le escribí me contestó con un meme, y entonces dije: Éste va a ser mi amigo, y de ahí hasta la fecha.

***

En su propia voz, a través de un video enviado por WhatsApp, Bethzabe, confinada en su domicilio, opina que “fue hermoso” haber conocido a César. “Él quiso ir a conocerme”, añade. “Hicimos todo para que fuera posible. Yo estaba súper nerviosa y lo primero que él me dijo al verme a los ojos fue: “Aquí tengo tu riñón. Lo estoy cuidando bastante bien”.

—¿Qué experiencia te dio la vida?

—Pues que debemos cuidarnos mucho. De estar siempre al pendiente de nuestra salud, pues no la tenemos comprada; que por más que los médicos y las personas crean que es imposible un milagro, no perdamos la fe; que los milagros existen, que las personas existen, y creo, lo más importante, es que empiezas a valorar cada detalle de tu vida, a no perder el tiempo en cosas banales, y le das sentido a lo que realmente es significativo.

Aarón Reza, de 31 años, quedó cuadripléjico después de un accidente automovilístico; es huérfano de padre y madre, pero nada de eso, ni su condición física le quitan el buen humor.

Dice que una amiga lo etiquetó en Facebook cuando César solicitó ayudar a una persona con discapacidad. Enseguida buceó el Internet sobre el benefactor y supo que había donado un riñón.

“Afortunadamente, vio mi perfil y vio que estaba ahí, un poco loco, la verdad, loco y medio, y me mandó un mensaje”, expresa un sonriente Aarón Reza sobre su amigo César. “Como que al principio no me la creía. Hicimos nuestra primer competencia en un maratón, aquí en Chihuahua; después, empezamos a participar en los triatlones; en Cozumel hicimos nuestro primer Ironman en y nos fuimos más para arriba”.

***

Y aunque no fue fácil obtener todo el equipo -comenta César Guilbert-, recibieron ayuda de la gente común y lograron reunir dinero para comprarlo. Una señora, incluso, cooperaba cada semana con diez pesos, dice, mientras imprime emoción a sus recuerdos.

—Y qué les pareció.

—Imagínate: estábamos parados viendo el equipo y, ¡a la madre, qué hacemos ahora! Por primera vez, todos los dioses decidieron bendecirnos, y de ser atletas amateurs, muy malones, seguimos intentando imponer el récord Guines, que ahorita nadie lo tiene.

—¿En qué cosiste lo que practican?

—La etapa de natación son 10 kilómetros; para eso, me amarro el kayak inflable, donde va Aarón, sin moverse; ah, pero cómo nos divertimos.

—¿No es ventajoso para los demás?

—No, porque venimos a tocar el corazón de nuestra sociedad; queremos inspirar, no ser los únicos, aunque fuimos los primeros, y ahorita hay otros que llevan niños, con el mismo tipo de equipo que nosotros usamos.

También practican con un triciclo donde va Aarón y que César jala con su bicicleta; durante esta práctica, dice, recorren 470 kilómetros, sin importar las inclemencias del tiempo.

—¿A hasta dónde piensan llegar?

—No queremos ser los mejores, sino seres humanos que se cuidan unos a otros; que el deporte sea un enlace con nuestra sociedad, para sanar, no solamente para ganar.

Son tres vidas unidas por la necesidad, el amor, la compasión, el azar, la amistad y la bondad, cuyo eslabón principal es César Guilbert Morales, ahora de visita en Ciudad de México.

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Humberto Ríos Navarrete
  • Humberto Ríos Navarrete
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