La novela corta “El maestro de pueblo o el Topo gigante”, creada entre 1914-16, por el escritor checo Franz Kafka, nos habla de un maestro de pueblo que escribe un informe de un topo gigante que apareció en el lugar. Kafka, con su peculiar estilo de narrar, da pie al adjetivo “kafkiano”, concepto que la RAE acepta: “Situación absurda y angustiosa.” Debemos añadir: extravagante, de pesadilla, extraña. En este sentido, súmele todo y tendrán una cercana definición de la obra de Kafka.
El texto, según el autor, es una novela corta. Hoy por su extensión sería cuento (unas 14 páginas). Él tal vez lo vio así, ya que muchos de sus relatos son breves (uno o dos párrafos). Vayamos con él y definamos novela corta: “Noveleta, novelita, nouvelle, narración de menor volumen que la novela, aunque sin la economía del cuento. Entre 15 mil y 50 mil palabras (unas 35 a 200 páginas.)”
Entremos en la obra, que inicia con el relato de un suceso: “Las gentes a las que yo pertenezco, las que incluso encuentran repulsivo un topo corriente, hubieran muerto de repugnancia si hubieran mirado el gigantesco topo que fue visto en un pueblo pequeño, que adquirió pronto efímera fama. Muchas personas venían por curiosidad e incluso del extranjero.” Pero qué rápido cayó en el olvido porque jamás se aclaró con una pesquisa seria: “En su lugar se dejó el único estudio al viejo maestro de pueblo que ni sus aptitudes ni su instrucción le permitían entregarse a una profunda valoración.”
La nota del profesor fue muy bien vendida e incluso valorada, pero “él sabía, en el fondo, que carecía de valor.” Mas convirtió el hecho “en el trabajo de su vida.” Pasado un tiempo llevó el informe a un experto, quien le contestó despectivo que era normal por la comida de la región: “Pero no tan grande –le gritó- y midió dos metros en la pared.” El experto solo sonrió. Regresó abatido y triste.
Quien debió haber hecho la valoración es un especialista en zoología: “Del griego zoon, animal, logía, tratado. Disciplina biológica que se encarga del estudio científico de la diversidad animal, incluyendo su funcionamiento, reproducción e interacción entre ellos. Se considera a Aristóteles como el primero que vio a los animales como organismos vivos, estudió su estructura, desarrollo y adaptación al entorno. Después vendrían grandes sabios como Linnaeus, Hooke y Darwin, entre otros.”
Hasta aquí la lectura de la obra sería normal, un narrador impersonal que cuenta un evento. Pero no es así, nos enteramos que quien relata es un comerciante que ha retomado el caso del topo: “Encontré que no coincidíamos en los puntos esenciales. Si bien ambos creíamos haber demostrado la existencia del topo, él opinaba que yo lo había dañado. Las diferencias impidieron una relación amistosa. Creía que yo le había querido quitar la fama.” Nació entre ellos una gran rabia, aunque se reunían como una penitencia.
Nos dice el comerciante que su escrito igual que el del maestro no tuvieron ningún éxito con los científicos y las revistas solo se rieron: “Tal vez si hubiera tenido éxito, hubieran terminado las discrepancias.” Porque el maestro quería salir del pueblo con fama y dinero e imaginaba: “De la ciudad nos salen al encuentro. En los coches se estiran para vernos.”
En una de sus reuniones, de esas agobiantes, el comerciante le dice que a lo más: “Sería reconocido con una plaza en otra escuela, porque fue un hallazgo fortuito y no una indagación. Y si alguien la siguiera sería tragada por las asociaciones de ciencias. Y si hiciesen un museo usted sería el encargado de las llaves.” El mercante molesto termina la reunión, en otras ocasiones el viejo se iba, pero ahora, saca su pipa y se acomoda: “Se podría pensar que ya nunca más podría sacarlo de la habitación.”
Finalicemos señalando que Kafka en esta obra pone a debate: ¿Qué o quién mueve los hilos para que alguien logre el éxito? ¿Acaso la forma de anunciar un hecho (ahora sería el marketing) hace que surja la atracción en la sociedad y la ciencia?