Política

El cuento Los otros Dioses, de H. P. Lovecraft, y las islas del cielo

El cuento “Los otros Dioses” fue publicado en 1933 por el escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft (H. P. Lovecraft), un escritor de culto, reconocimiento llegado después de su muerte en 1937 porque renovó el género de terror y creó el “horror cósmico” con Los Mitos de Cthulhu: “Antaño nuestro mundo fue poblado por otras razas que, por practicar la magia negra, perdieron sus conquistas y fueron expulsadas; pero aún viven en el exterior, dispuestas en todo momento a volver a apoderarse de la Tierra”, reza su escrito. Estos Mitos fueron enriquecidos por varios escritores a través del “Círculo de Lovecraft”.

“Los otros Dioses” inicia con una explicación: “En la cima del pico más alto del mundo habitan los dioses de la tierra, y no soportan que ningún hombre se jacte de haberlos visto.” Dicen que “En otro tiempo poblaron los picos inferiores, pero los hombres se empeñaron siempre en escalar las laderas de roca y de nieve, echando a los dioses hacia las cumbres cada vez más elevadas.

Hoy solo les queda la última”. Advierten que “Conviene que los hombres no sepan dónde está Kadath, de lo contrario, tratarían de escalarla en su imprudencia.” Con severidad señalan que, si lo hacen, les impedirán marcharse.

En Ulthar vive Barzai el Sabio, quien domina los manuscritos Pnakóticos, libros de profundos saberes de la Tierra. Asimismo conoce las idas y venidas de los dioses, y sabe tantos secretos que él mismo se tiene como un semidiós. De ahí que le había nacido un gran deseo de ver los rostros de los dioses: “Creía que sus sapiencias le protegerían de su ira, decide escalar la cima del Hatheg-Kla, una noche que estarían allí.”

Con ese fin parten Barzai y su discípulo Atal; el decimotercer día llegan al pie de la cumbre. Atal confiesa su miedo, Barzai no se inmuta y marcha delante por el camino lleno de precipicios y derrumbes. En un momento todo es muy frío, no pueden respirar: “Maravillados ante lo extraño del paisaje, siguen subiendo más y más.” Con esta cita demos paso a las islas de las nubes o las islas del cielo.

¿Unas islas, allá por las alturas? ¡Fantasea que estás parado en un gigantesco pico y ves a lo lejos que las nubes en conjunto semejan un imponente mar y que en su centro hay una colosal cúspide! ¡Así es! Esas son las islas del cielo, elevaciones que por su altura se llenan de nubes y a la distancia se ven como una isla.

El nombre lo popularizó el escritor naturalista Heald Weldon en su libro de 1967, Sky Island, donde describe un viaje por el desierto desde Nuevo México a Chihuahua y se da cuenta que en varias montañas, conforme subía, los ecosistemas cambiaban pasando del árido desierto a pastizales, luego a bosques de robles, pinos, abetos, y en las cimas bosques de pícea-abeto-álamo. Les llamó biomas o zonas de vida. Otra característica de estas islas son sus especies endémicas (que no se halla en ninguna otra parte del mundo) y las de relicto (especie que en otro tiempo fue abundante y que ahora es la última que queda viva). Los ecologistas registraron el término y describieron islas del cielo en varias partes del planeta, se las concibió como zonas de vital importancia dentro de la biología.

Volvamos al relato: “Durante tres día subieron hacia el techo del mundo, luego acamparon y esperaron que se nublara la luna.” En el quinto día vieron nubarrones, y subieron más y más. Barzai excitado caminó muy aprisa dejando a Atal. Él solo oyó sus gritos gozosos: “¡He oído cantar a los dioses! ¡Barzai el profeta conoce las voces de los dioses! ¡Esto hace a Barzai más grande aún que los dioses de la tierra y Barzai los mirará aunque ellos detesten ser vistos por los hombres! De pronto Atal escuchó: “Los otros dioses, los dioses de los infiernos que custodian a los débiles dioses de la tierra. La venganza de los abismos infinitos… ese maldito precipicio. Estoy cayendo al cielo.” Jamás hallaron a Barzai el Sabio. El escrito de Lovecraft nos señala que la jactancia y la soberbia nunca son buenas consejeras.

Hugo Freire

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