¿Existe el género tuitero?
Tal vez no. Pero siempre hay un tuit, o una serie de tuits para solventar el compromiso de la hoja en blanco.
Aquí algunos que he puesto en estos días de convalecencia.
Hoy en día ser anumérico es tan peligroso como ser analfabeta.
Una dicotomía falaz es afirmar que algo se entiende mejor con números que con historias, y viceversa.
Los indicadores numéricos cuentas historias emocionantes y las historias nos hacen inferir datos duros. Si alguien no puede ver esto, ya es su asunto.
El cuerpo humano es un sistema complejo, y todo sistema complejo necesita de indicadores numéricos y de narrativa anecdótica (historias). Por esto los buenos médicos miden los signos vitales y preguntan a su paciente: ¿Cómo se siente hoy?
No nos confundamos. No hay marchas “fifís”. Los ricos no se manifiestan, dejan de invertir, mudan su dinero fuera de México y eventualmente también se mudan ellos.
Se manifestó una clase media y media alta asustada por la crisis económica y por el mal gobierno.
La corrupción gubernamental tiene un costo enorme, y ahora ya sabemos que la ineptitud resulta todavía más costosa.
El proyecto del Presidente y de la 4T no es el proyecto de la mayoría de los mexicanos.
Cualquiera que se empecine en fabricar unanimidades en un México tan diverso miente. No es demócrata, es un fanático.
En el cuento populista la clase media no existe. Únicamente hay pobres buenos contra ricos malos.
Este cuento rebaja al nivel de idiotas realidades tan complejas como la desigualdad y la escasa movilidad social.
El Presidente y la 4T han presumido un triunfo electoral avasallador. Pero eso es otra mentira. 30 millones votaron por AMLO, pero 32 millones no votaron por él (abstención), y 27 millones votaron contra él (votos para otros candidatos).
Dos de cada tres ciudadanos mexicanos no votaron por AMLO.
