Muy emotiva resultó la inducción al Salón de la Fama de la generación 2020 y 2021, una galería de nombres que no caben en esta columna, siempre va a existir algún favorito que creemos que merece portar el saco dorado, pero en esto de las selecciones nunca se da gusto a todos, lo indudable es que esta camada, aparte de numerosa, es una de las más memorables en cuanto a la cantidad de récords y hazañas que estos gladiadores nos heredaron, todos quedaron merecidamente inmortalizados en vida como Hall of Famers.
Por otro lado, celebrar algo así es justo y necesario después año y medio de pandemia, y ¡hubo público en las ceremonias! La NFL, resiliente, ha sacado adelante sus eventos, cuidando las formas y brindado un ejemplo de cómo organizarse y poder continuar.
De este acto, me quedo con algunas situaciones en particular, por supuesto brilla Peyton Manning, pero a los muy jóvenes, les dejo de tarea estudiar la vida y obra de Tom Flores, un nombramiento que llevaba demasiado tiempo atrasado. Da gusto ver este logro de quien fue el primer latino en muchos ámbitos de la NFL.
Me conmovió también mucho la humildad de Troy Polamalu, quien siempre pareció vivir en medio de una especie de ambigüedad, porque es una finísima persona en cualquier momento fuera del campo, y dentro; era una fiera casi criminal en su forma de actuar, por supuesto que eso lo digo en sarcasmo porque el hombre no era sucio para jugar, pero sí lo hacía al límite, pocos, o nadie como él de férreos.
En mi juventud cometí el error de “odiar” equipos y “rivales”, todos son humanos. Colegas, me di cuenta cuando a mediados de los 80’s empezaron a venderse jugadores insignia, como el recién laureado receptor Harold Carmichael, quien era un símbolo de las Águilas y se vendió a su archirrival Dallas, en esos movimientos aprendí que el jugador está antes que el equipo, y con eso he disfrutado mucho más, no solo este, sino todos los deportes.
Muchos Acereros que odié, me conmovieron y dio gusto ver entre abrazos con sus “enemigos” los Vaqueros de aquellas dinastías, el deporte crea una hermandad entre jugadores, no de equipos. Estos antiguos rivales juegan en el último y más anhelado equipo: el de los miembros del Salón de la Fama, su uniforme es el blazer dorado y juegan de locales en Canton, Ohio.
Y justamente este acto fue el que dio inicio a la pretemporada. Este año, a diferencia del 2020, parece que va a cumplir su agenda normal permitiendo a los equipos alcanzar su mejor nivel para el kickoff; esperemos una excelente temporada.
Por mientras hay que mantenerse cautos, hay un rebrote del virus y es importante entender que no es una cuestión de gobierno, sino personal, el evitar un contagio o ser portador y contagiar a los demás. ¡Vacúnense!
Y de ahí… a lo que sigue.
Herberto de la Rosa
