Necesitamos un periodismo emergente.
La pandemia de covid nos agarró mal preparados, con múltiples carencias en materia de salud, falta de hospitales, mala alimentación, con una población afectada por la diabetes, la hipertensión y la obesidad. Eso ya quedó claro, pero lo que no ha quedado tan claro es que nuestro periodismo no ha estado a la altura.
Para regresar a la normalidad, en todo el mundo se ha volteado a ver el estado del transporte público y a la necesidad de construir o habilitar ciclovías emergentes para evitar los contagios, lo mismo que en ampliar aceras, abrir calles peatonales, sacar las mesas de los restaurantes a la calles, hacer reuniones virtuales o en espacios abiertos, acudir a los espectáculos o las misas en automóvil, etc.
Fenómenos que pocos periodistas y medios han registrado más allá de la anécdota, sin anotar que son parte de una transformación profunda de la sociedad.
Por eso es que así como hemos requerido de ciclovías emergentes también se requiere de un periodismo emergente, donde las escuelas de periodismo y las redacciones de los medios comprendan que necesitan periodistas mejor preparados en temas urbanos.
En todo el mundo estamos escasos de reporteros, editores y directivos de medios que entiendan de movilidad, de espacios públicos, de seguridad vial, de transporte público.
Reporteros que conozcan lo que sucede en otras ciudades, que entiendan de urbanismo, que hayan leído a Jane Jacobs y Manuel Delgado, a Jan Gehl y a Manuel Castells. Que volteen a ver lo hecho por Anne Hidalgo en París, por Bill de Blasio en Nueva York, por Boris Johnson en Londres, por Sergio Fajardo en Medellín, por Antanas Mockus y Enrique Peñalosa en Bogotá, por Jordi Borja y Ana Colau en Barcelona, por Jaime Lerner en Curitiba.
Por la crisis de seguridad en la última década miles de colegas se volcaron a trabajar el tema, a recopilar testimonios, a proponer proyectos fotográficos o de páginas multimedia. Decenas de fundaciones otorgaron becas, pagaron talleres, cursos de capacitación y acompañamiento, observatorios y encuentros para mejorar la calidad del periodismo dedicado a cubrir la violencia.
Bien, pues la pandemia puso de manifiesto que vivimos otra epidemia urbana de dimensiones considerables, de una violencia vial cotidiana, que cobra miles de vidas y que permanece tan oculta a la vista que requiere de una estrategia similar o de lo contrario el cambio en las ciudades tardará más en llegar.
Así como las ciudades requieren de ciclovías emergentes para regresar a la normalidad también los medios necesitan una renovación que lleve a sus integrantes a no criminalizar peatones por resistirse a usar los puentes antipeatonales y a que conozcan los esfuerzos que autoridades y organizaciones civiles hacen en México y en el mundo para retirarlos.
El periodismo urbano tiende a dejar de ser aquel periodismo del siglo pasado que se enfocaba en reportar el estado del tráfico, para dar paso a otra visión en donde lo que importa es la gente y cómo se mueve en las ciudades, no los automóviles ni sus marcas.
Quizá aún falte tiempo para que se entienda la urgencia de este tipo de periodismo, pero esto tenía que decirse.
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@hzamarron