Septiembre será escenario de una batalla más en la guerra que la industria de los kilos libra contra la salud de la población. La big soda y la big food se aliaron para evitar que entre en operación el nuevo etiquetado claro de alimentos, apenas un paso en el combate a la epidemia de obesidad y sobrepeso que nos afecta.
A pesar de que la nueva norma se aprobó en acuerdo con la industria, la sociedad y el gobierno, una de las mayores embotelladoras de bebidas azucaradas del país, Femsa, impugnó la entrada en vigor del etiquetado octagonal.
En las discusiones de la nueva NOM 51 participaron más de 10 asociaciones, incluida la poderosa Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, además de 18 cámaras empresariales entre las que se cuentan las principales: Concamin, Canacintra, Coparmex y CCE, el Consejo Nacional Agropecuario, cañeros, un par de universidades y organizaciones civiles, como El Poder del Consumidor.
La discusión fue fuerte, pero al final los participantes acordaron hacer los cambios que comenzarán en octubre, pero que no estarán concluidos, sino hasta dentro de cinco años, pues la última etapa concluye en 2025, con la obligación de incluir perfiles nutrimentales.
Femsa alega que esta NOM —derivada de una reforma a la Ley General de Salud hecha en octubre pasado por el Congreso— impactará en sus resultados y por ello advierte en un comunicado a la Bolsa de Valores los efectos que podría tener en sus acciones. Quizá hasta en sus empleos, lo cual es de preocupar si se considera que esa empresa (que incluye Coca-Cola y Oxxo) emplea a casi 300 mil personas, de las mayores de México.
Solo que no se tiene que elegir entre la salud y el empleo, sino basta con hacer los cambios necesarios en sus productos para evitar que se agrave la epidemia que mata a medio millón de personas al año, 10 veces más que todos los muertos por covid-19 en estos seis meses.
La norma obligará a los productores de alimentos envasados a especificar si estos tienen exceso de grasas, azúcares o sodio que resulten dañinos a la salud, además de cafeína o a evitar el uso de personajes, dibujos animados y otros artistas que promuevan su venta.
Esta norma ha sido considerada como una de las mejores del mundo, como lo dijo el representante de la Unicef en México, Christian Skoog, porque recoge lo mejor de la experiencia internacional, del conocimiento científico y puede volverse ejemplo para el resto de los países de América Latina.
También la FAO, la OMS, la OPS y muchas otras organizaciones han celebrado el gran paso que significa esta norma contra la cual aún se resisten algunos empresarios, tal y como lo han hecho desde el siglo pasado, cuando incluso en Estados Unidos financiaron investigaciones para culpar a las grasas de la epidemia de obesidad y descargar a los azúcares, con prácticas que recuerdan lo ocurrido con las tabacaleras (How the sugar industry shifted blame to fat).
Por eso, esta batalla que viene es crucial e importa saber de qué lado se ubica cada uno. Estar con la salud de los mexicanos es obligado, lo contrario resulta condenable.
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