Política

De brujas, escritoras y secretos de la FIL

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  • Héctor Zamarrón

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Es un privilegio escuchar la lucidez y frescura de una escritora como Margo Glantz al recibir este domingo 28 la Medalla Carlos Fuentes en la apertura del Salón Literario de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

La “feminista transgresora”, “escritora del deseo y la desobediencia”, como la presentó Gabriela Jáuregui, traspapela su discurso, se detiene y dice que lo recuerda de memoria. Habla de vampiros transmutados en brujas, representaciones de un viejo mito, cuya necesidad obsesiva hace que las brujas estén dentro y fuera del que las persigue. Las brujas son bellas y repugnantes, son machos o son hembras, son aves o doncellas, son vampiros o lechuzas, dice Glantz al hablar de los arquetipos que devienen en literatura.

A eso huele Guadalajara durante nueve días al año, a letras y tinta. Guadalajara que hospeda a cientos de periodistas, escritores, editores, publicistas, vendedores y a miles de asistentes a la tercera feria del libro más grande del mundo, sólo después de las de Fráncfort y el Salón del Libro de París, pero la primera en América.

Todo el mundo ha escuchado las cifras monstruosas de la FIL Guadalajara, que aún siendo reducidas a la cuarta parte por efectos de la pandemia, continúan impresionando, pero nadie cuenta los secretos que conocen los afortunados. Como aquello de que una parte de la acción no transcurre en los pasillos de la expo, sino en los bares y restaurantes de sus alrededores.

Que la cocina del Westin y el Hilton, donde hospedan a los escritores, se transforman por unos días en cocinas especializadas en el país invitado de honor (Perú, esta vez) y ahí es donde por estos días hay que buscar las causas de papas, los suspiros limeños, los ceviches con leche de tigre, los postres a base de lúcuma, una fruta típica entre mamey y zapote pero con un toque cítrico, más parecido a los limones, el asado seco de res, el pollo al ají y muchos más.

En cambio, descubrir que la política se hace adentro y afuera de los pasillos de la feria es más fácil, lo mismo si se trata de una manifestación por los desaparecidos de Ayotzinapa, como ocurrió en 2014, o si es un enfrentamiento entre los partidarios de Raúl Padilla, el presidente de la FIL y los del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, este sábado. Enfrentamientos se hacen presentes por la disputa que hay entre el gobernador y el rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva.

También se pueden presenciar las penas por las que pasa un candidato, como ocurrió a Enrique Peña Nieto en 2012, cuando no fue capaz de recordar tres libros que lo marcaron.

La Feria Internacional es un microuniverso de lo que ocurre en el país con todos sus claroscuros y, desde hace 35 años, el epicentro de la edición literaria en español.

¿Dónde más podría uno tomarse una selfi con Benito Taibo, Juan Gabriel Vásquez, Xavier Velasco, Fernanda Trías (autora de Mugre rosa, novela premonitoria de la pandemia), o Leonardo Padura, ese beisbolista en potencia que se chingó la rodilla, por fortuna, y se dedicó a lanzar letras y batear novelas?

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Twitter: @hzamarron


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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