La avalancha de decisiones de las últimas semanas de parte del Presidente y miembros de su gobierno para que las múltiples crisis que vive el país le vengan como anillo al dedo y hacer avanzar su proyecto de felicidad absoluta para todos los mexicanos ha sido impresionante. 1. Desechó rotunda y agresivamente en dos ocasiones las propuestas del sector privado y otras organizaciones sociales para proteger la economía, las empresas y los empleos. No es florero y los empresarios no van a decirle qué hacer, argumentó. 2. Publicó un decreto anticonstitucional para arrogarse la facultad, perteneciente a los diputados, de modificar a su antojo el presupuesto y disponer a su antojo de hasta 600 mil millones de pesos en tiempos de emergencia, sin precisar qué entiende por ella (afortunadamente un grupo de legisladores serios le impidió concretar su deseo).
3. Publicó otro decreto inconstitucional para militarizar permanentemente la seguridad pública, y le otorgó al Ejército facultades que tampoco se apegan a la Constitución, por razones que no quiere dar a conocer, pero que podemos imaginar. 4. Autorizó a la titular de Energía, Rocío Nahle, para que publicara otro decreto ilegal por el cual: a) destruye una buena parte del sector eléctrico del país; b) entierra lo poco que quedaba de confianza de empresarios extranjeros en la seriedad de este gobierno; c) atenta contra el estado de derecho y la certidumbre de los contratos firmados por el gobierno mexicano; d) encarecerá el precio de la electricidad o aumentará los subsidios; y, por si todo lo anterior no bastara, e) agrede al medio ambiente de manera estúpida e innecesaria. El argumento para tal despropósito fue que los neoliberales querían quebrar la CFE y a Pemex.
5. Intensificó su discurso maniqueo y descalificador de cualquier actor social que se aparte un milímetro de su visión y ambición, por lo que en las mañaneras, además de anatemizar a sus “adversarios” tradicionales, los engendros del neoliberalismo —los empresarios, los medios y articulistas—, esta vez se fue hasta contra los médicos, sí, ¡contra quienes están al frente de la lucha contra la epidemia!, con una sensibilidad pocas veces vista en un jefe de Estado.
Como se viene un desastre económico mayúsculo por la paralización de la actividad productiva debido a la pandemia, que en el caso de México será mayor por la errada política económica instrumentada desde 2019 y por la negativa a poner en práctica una política de apoyo a empresas y trabajadores (el PIB decrecerá alrededor de 9 por ciento, habrá entre 1.5 y 2 millones de desempleados y por lo menos 10 millones más de pobres), el paraíso prometido de la 4T se parecerá más a un infierno. La crisis emblemática del neoliberalismo, el error de diciembre de 1994, parecerá un día de campo frente a lo que viene.
Es por eso por lo que la sexta ocurrencia de la emergencia sanitaria es la publicación del ensayo Nueva política económica en tiempos del covid-19, en el que despotrica contra las mediciones tecnocráticas de los economistas neoliberales. Por lo tanto, decreta obsoleto al PIB. A olvidarse de generar riqueza que la felicidad está en la pobreza y en lo espiritual. Pobrelandia y un Estado que reparte caridades a la salida de Palacio Nacional. Ah, se me olvidaba: y la Constitución violada masivamente. Esa es la alternativa al neoliberalismo, la “Cuarta Transformación” en todo su apogeo. El neoliberalismo tiene muchos defectos, pero la 4T nos hará extrañarlo.