He platicado con empresarios que arriesgan su capital económico y además lo reinvierten con el crecimiento de nuevas empresas, lo que les ha permitido crecer exponencialmente, esto pese a las restricciones de apoyos por parte del gobierno federal en tiempos difíciles.
Argumentan que no todo ha sido color de rosa; al contrario, durante más de dos años de pandemia, gracias a que algunos tenían un colchón financiero, pudieron sostener las fuentes de empleo, pagando sueldos sin recibir ingresos.
Pero por desgracia muchos acabaron cerrando y se desmoronaron capitales y la pobreza creció de manera exponencial.
Todo sistema económico exitoso del mundo existe gracias a las ganancias, sin ellas no hay progreso, ni reinversión, y mucho menos solvencia que fortalezca el producto interno bruto de una nación.
Los accionistas ven donde arriesgan su dinero y si existe desconfianza emigran a rumbos donde sí hay apoyos fiscales, con facilidades en rubros como energía barata y suficiente, agua en abundancia, seguridad en la tenencia de la tierra, salud sin riesgos contaminantes y protección ante el lastre de la extorsión del crimen y de la corrupción.
En México no ha habido incentivos en los últimos años; al contrario, vía impuestos, la iniciativa privada se ha ido desangrando con tanta transfusión que le hace el gobierno, en lugar de ser estimulada, bajándole unos puntitos a los severos aranceles.
Ejemplos mundiales sobraron en los tiempos del covid, decenas de países perdonaron los impuestos, permitiendo con esto que no hubiera quiebras que conllevaran al fracaso económico de las naciones; aquí en México no hubo ni siquiera una palmadita en la espalda.
Y lo que viene, ¿de donde saldrá? En septiembre próximo la nueva legislatura del Congreso de la Unión le hará reformas a la Ley Federal del Trabajo obligando a los patrones a cumplir con la reducción de la jornada laboral, aumentar sueldos y aguinaldos, la prima de antigüedad e incrementar los días feriados.
Pero lo único que no se escucha en este nublado porvenir es cómo los genios de la política económica van a hacerle para lograr que los patrones sobrevivan, crezcan y se fortalezcan.
Por desgracia y con pesar, la visión no es halagüeña.