De entre el mar picado de invectivas y descalificaciones que azotan a las campañas políticas y en particular a la de AMLO, empieza a sobresalir diferenciada una voz de temple norteño, en su variante sinaloense, que les hace frente con un estilo singular.
Es una mujer que sin pertenecer a ningún partido ni aspirar a un puesto público, llama la atención del electorado sin recurrir al estribillo reivindicador de género (aquel cansino falsete: “soy mujer”, de Margarita Zavala). En redes sociales con sorprendente anticipación ya la piden como candidata en las elecciones presidenciales del 2024. Y aunque parezca muy prematura, no se oye mal la inédita propuesta. Atributos tiene para figurar así.
Sus auditorios la reconocen por un discurso inteligente, articulado, que habla con sencillez de los problemas nacionales. Personalidad sin adulteraciones que concita a la empatía por su olfato político que la hace sentir cercana a sus interlocutores. Y vaya que los ha tenido en foros adversos y salido indemne de ellos (con Aurelio Nuño, con López Dóriga, con Jorge Castañeda, con Fox et al).
Es actualmente coordinadora de campaña de AMLO, y trae en sus genes la prosapia oposicionista del celebérrimo y difunto panista, su padre Manuel Clouthier.
Pero lo que más ha llamado la atención del electorado es su discurso fresco y directo con el que sin estridencias ni sornas, pero sí con claridad y una sobresaliente autoconfianza, desarma artilugios ideológicos de los detractores de AMLO, a los que acota su narrativa con eficacia argumentativa variada y diversa, de la que a veces el propio AMLO carece.
Se le observa como un puente fresco entre la retórica a veces gastada del discurso de izquierda de manual y el de la sensatez y el sentido común simplemente (“¿por qué vi a tres AMLOs distintos en las comparecencias televisadas y en el primer debate?”, pregunta una estudiante. Respuesta: “porque Andrés es un ser humano y a mí misma me pasa: no es lo mismo presentarme en un ambiente agresivo donde apenas me dan la palabra que estar en otro donde me reconocen con respeto”.
Pareciera que no busca convencer sino hacer conciencia de los temas del ahora y las propuestas de su candidato. Y no escatima empatar su vivencia personal con la del tabasqueño, cuya campaña coordina, pero también la usa para pintar su raya al partido (Morena) al que no pertenece. Todo un personaje político sui géneris que ennoblece ese ejercicio en las actuales circunstancias. En redes sociales ya es un fenómeno la aclamación que suscitan sus apariciones públicas.
De esa llaneza hablan recientes intervenciones suyas, como la ocurrida en el CIDE, y en otros foros donde entre una variedad de asuntos planteó una visión drásticamente realista de por qué se pueden encontrar “indeseables” como candidatos en las listas de la coalición (Morena-PES-PT).
“Las coaliciones cambiaron las reglas de quién iba por cuál puesto. Por ejemplo, y se lo acabo de decir a Andrés, Beto Anaya se voló la barda. Puso a Margarita Arellanes una (ex) alcaldesa penosa, vergonzosa, que le dio en la madre a las mujeres en Nuevo León. Fue la primera mujer alcaldesa de Monterrey y era para que hubiera marcado un hito, y fue la vergüenza mayor. Está cuestionadísima y ya quisiera Cuauhtémoc Blanco el lugar de Margarita, con eso digo todo (…) Para mí tiene delitos enormes, malversó fondos (…)”.
Al mismo tiempo aclara que “AMLO va a la candidatura a la Presidencia por la coalición”, y lo otro es una diputación. “Si una persona vota por AMLO, no es el voto a Margarita, son dos canales que no tienen nada que ver”. Plantea una estrategia que reivindica el voto ciudadano como “premio” o “castigo” al partido: “Llamo a no votar por el PT, votar diferenciado para que los partidos entiendan que el voto vale y si su oferta no agrada, tendrán un voto de castigo”.
De entre la gama de personalidades políticas que estas elecciones arrojaron, quizá Tatiana Clouthier sea una de las pocas rescatables, cuya estrella política ciertamente puede crecer. Condición alcanzable a medida que profundice su discurso. Dijo en el CIDE (de entre todos los lugares posibles para hablar de ello) que AMLO buscará crear condiciones de desarrollo para “no cargar a quienes se han ido quedando atrás por situaciones propias de la vida (sic)”. En incredulidad atónita cabe preguntar: ¿De verdad cree que “cargamos” a los pobres de AMLO (55 millones)? ¿Y que se quedaron atrás por situaciones propias de la vida? ¡Ah qué caray!, Qué situaciones tan injustas “propias de la vida”, ¿verdad?