Política

¿San Nicolás de Irak?

  • Entre pares
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  • Guillermo Colín

De prosperar una disparatada iniciativa del alcalde de San Nicolás de los Garza, Víctor Fuentes Solís, la toponimia de este municipio metropolitano de Monterrey bien podría ser alterada para calificar como región norestense de México,hermanada con Irak o Siria en la proliferación de francotiradores en zonas urbanas nicolaítas para hacer frente a la delincuencia común.

No es seguro siquiera que el alcalde haya sabido a ciencia cierta lo que propuso, pues de estar enterado sabría que esos elementos en las calles de San Nicolás–con sus particulares vestimentas de camuflaje como se observan en cada desfile del 16 de septiembre– no tendrían ningún efecto sobre los niveles de robo o asalto en su municipio. Amén de no amparar su mortífera labor en ningún párrafo constitucional, y menos dotados de órdenes para abatir a delincuentes comunes.

Ello porque un francotirador en su versión urbana, cuando no es un terrorista, es de suyo un combatiente solitario por definición, no encuadrado en los cuerpos de la milicia regular, que actúa parapetado en algún escondite estratégico, a menudo en las alturas, desde el cual emboscado por largos periodos de tiempo visualiza a larga distancia blancos enemigos para aniquilarlos. Lo hace usualmente con un certero disparo de arma larga, dotada de mira telescópica. ¿Eso busca Fuentes Solís para las calles de San Nicolás?

¿Apostará a los francotiradores policiacos en los campanarios de las iglesias, en las azoteas de las escuelas o a fuera de tiendas de conveniencia y de cajeros automáticos para disparar a los presuntos ladrones cuando salgan corriendo de esos establecimientos? ¿Y cómo los identificarán y probarán que merecían morir por ser ladrones que en sus últimos segundos de existencia ni siquiera sabrían de dónde les habría llegado el mortífero disparo que les voló la cabeza?

El presidente municipal de San Nicolás, al anunciar la medida también evidenció problemas con el español que habla: "Vamos a ver a dónde hay más delincuencia y dónde es más loable para ellos", dijo. Tal vez en lugar del disparate: "loable" (que es algo digno de alabanza), el edil quiso decir "propicio" al crimen, que es distinto.

La descabellada iniciativa del alcalde nicolaíta consistente en "contratar" de40 a 50 francotiradores (nadie sabe de dónde sacó ese número) para hacer frente a la delincuencia, no tiene ni pies ni cabeza por donde se le vea, y sí enorme potencial de desatar una carnicería humana a calle abierta. Aunado a su desconocimiento de lo que son los francotiradores, el militaresco edil habla de "contratarlos". Ignorante que éstos no se localizan en las nóminas de recursos humanos en la zona metropolitana de Monterrey (y sí en cambio suelen reclutarse en el mercado negr oglobal de mercenarios; no sin dificultad y alto precio por la naturaleza misma de su trabajo).

La despatarrada iniciativa del alcaldeFuentes se origina a partir de que endías recientes, un policía nicolaíta fueabatido por unos ladrones que de improvisose vieron sorprendidos por él, almomento de efectuar un robo. Pero de ahí el alcalde ha hecho una interesada campaña mediática en escalada de acciones y reacciones hasta llegar al sinsentido actual de pretender "contratar" francotiradores urbanos para abatir delincuentes.En su confusa arenga habla al mismo tiempo que 120 elementos serán entrenados en la Unidad Deportiva Oriente (un francotirador es un experto consumado en el manejo de armas de largo alcance que no requiere entrenamiento en una unidad deportiva), dentro de lo que a la vez llama "Grupo Muralla", como si ya fuera realidad todo un plan cuidadosamente preconcebido. Con pretendido discurso de estadista suelta una feria de grandilocuencias:"No hay mayor fuerza que la del Estado, van a perder la batalla si intentan nuevamente volver a retar al Estado mexicano; el estado de Nuevo León y sus municipios nos vamos a capacitar y nos vamos a armar para hacerles un frente muy “fuerte”.

Pero Fuentes Solís no está solo en el pódium de ocurrencias. Adrián de la Garza, alcalde de Monterrey, lo acompaña con su estrambótica e inconstitucional prohibición a los hombres de usar barba o bigote, y de escotes a las mujeres, y hasta de hacer bromas, aplicable a todos los empleados municipales. Lo que es el ocio de la alta burocracia.

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