Se veía venir. De hecho, era muy obvio. Enrique Alfaro tenía ya tiempo sin coincidir con Dante Delgado, el dueño de la franquicia nacional de Movimiento Ciudadano que creció al amparo del desarrollo del alfarismo en Jalisco.
Delgado leyó bien lo que sucedería con Alfaro en el estado. Anteriormente, había tenido como candidatos a personajes menores y, algunos, hasta ridículos e insultantes para la población.
Por eso, cuando el hoy gobernador se distanció de Padilla y el PRD local -cuya franquicia la tenía el desaparecido ‘licenciado’- el viejo lobo de mar comprendió que perdía poco y ganaba mucho acercándose al grupo de jaliscienses que comandaba el que fuera alcalde de Tlajomulco.
El superávit electoral y económico no fue menor. MC logró sin vejigas ganancias que otros partidos satélites de la izquierda no habían logrado y, menos, alejados de otros institutos políticos mayores. La dupla de Alfaro y Delgado funcionaba porque alrededor también existían otros nombres y talentos que aceitaban la relación antes que tronara ante la personalidad de ambos: Valenzuela, Ibarra, Uribe, Del Toro, Luna, Castañeda, entre otros.
Algunos decidieron partir del grupo y del partido, a sabiendas que no crecerían más que Enrique. Otros, optaron por acercarse a Delgado para ver si la fórmula exitosa de Jalisco podía replicarse en otros estados. Con el plan y un poco de suerte lograron conquistar Nuevo León de la mano de Samuel y su muy exitosa esposa que aplicaron de forma correcta la guía digital de Indatcom.
El crecimiento nacional de MC significó también el aumento de los roces, que se añadían al desgaste de poder en Jalisco, las grillas internas y las presiones ejercidas desde el centro a partir de alianzas u omisiones en seguridad, educación y con los poderes fácticos.
Que Dante Delgado diga que se negó a apoyar a Alfaro en su embate contra la FIL y Raúl Padilla es solo una muestra de las diferencias que existen entre ambos desde hace tiempo. A esto, habría que agregar el afán del presidente de MC por controlar el partido y los escarceos de Alfaro por allegar a cuadros nacionales prominentes a su alrededor. El gobernador entendió que el partido no sería el vehículo que lo llevaría a la candidatura a la presidencia mientras Dante tuviera voz y voto.
El episodio de esta semana no es porque Xochitl Gálvez fuera a Casa Jalisco el día de ayer -es de ingenuos pensar eso-, sino porque algo se rompió en la negociación de cuadros en MC para 2024 y la insistencia de Dante Delgado por entrometerse en la elección de Jalisco (midiendo fuerzas con Alfaro) es algo que no toleraría alguien que ha confrontado a todo aquel que se mete con sus planes.
Ahora, Dante intentará navegar solo pero deberá buscar el cobijo del presidente para lograr subsistir en una elección que pretende ser de dos. Alfaro negociará eso en Jalisco no por el crecimiento de Morena -que tiene su propia guerra civil-, sino porque si bien el desplegado del miércoles agregaba a toda la política naranja jalisciense, no duden que más de uno saltará en las semanas por venir.
Y, a todo ello, el grupo UdeG podría tener enormes ganancias.
¿Quién lo iba a decir?