Política

Amores de epidemia

La imagen era entre dolorosa y extraña: el Presidente sostenía en sus brazos a una niña que no pasaba el lustro de edad. En un gesto de cariño, acercaba sus labios al cachete y hacía una mueca que -en video- denotaba cariño, afecto de un hombre mayor hacia una nieta. 

Al convertirlo en fotografía el momento se vuelve grotesco con una peculiaridad: el momento afectivo se daba mientras el mundo era azotado por una pandemia desconocida, con una percepción fatalista hacia el convivio cotidiano y la duda hacia las formas de contagio. 

Después, una publicación en Twitter donde López Obrador anuncia “me la comería a besos...”, las dudas y el repudio de un sector social que no solo alza la ceja ante esas expresiones sino por el no entendimiento hacia la distancia social que su subsecretario de Salud -encargado de la estrategia contra el Covid-19- explica y sugiere tarde a tarde. 

La explicación es sencilla: el presidente sabe que la fuerza de su movimiento está en el contacto con la gente, contacto que está en la conferencia de cada día y en sus giras, que se muestra es ideas sencillas y enemigos visibles, que tiene un plan de acción sexenal terco y con poco margen de viraje ante complicaciones mundiales como la de hoy. 

Ahí es donde comienza el divorcio de López Obrador de un amplio sector social, aquel que votó por él ante la corrupción y el cinismo de los políticos de los últimos 18, 24 años. Lejanos de la gente y sin conocimiento de campo,  ellos no han tenido mejor oportunidad de causar problemas en la línea de flotación del presidente que en estas semanas: primero, con los desatinos ante las protestas de mujeres y, ahora, con una lectura distinta y cuestionable del azote del coronavirus. 

La demora y burocracia en la aplicación de pruebas levanta sospechas sobre las cifras, el desdén a las recomendaciones de distancia y los errores de Comunicación rompen el de por sí frágil idilio con un sector informado por redes sociales y que, ansiosamente, pide acciones. 

El amor de ese sector es perseguido astutamente por varios gobernadores que han visto la oportunidad política de rebasar al Gobierno Federal. Cierto, su preocupación es real ante las dificultades de los sistemas de salud estatales, pero han desplegado una estrategia de comunicación exitosa, tanto que han logrado recuperar terreno perdido en meses anteriores. 

Enrique Alfaro es un ejemplo, sino el más adelantado del grupo. Sin confrontarse de forma frontal con el presidente, aglutina el apoyo de ese grupo social que puede entrar en cuarentena, trabajar desde casa y activar debates digitales donde el freno a la vida cotidiana parezca total. Falso: el ambulantaje, la economía informal, el pobre que día a día vive y lucha por pesos y centavos para sobrevivir no paran en ninguna parte. 

No obstante, en tiempos de crisis se necesita la percepción de liderazgos listos para desplegar ideas que venzan a la circunstancia, líderes que enamoren a una audiencia en tiempos complicados. 

Hoy es claro quien lo está haciendo bien y quien falla, aunque quiera comerse a besos a la población.

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Gonzalo Oliveros
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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