Ofrezco como primicia para mis lectores de Notivox Laguna algunos versos de mi poemario más reciente, aún inédito, Setenta veces catorce, sonetos de amor, soledad y muerte.
Es lo más reciente que he escrito como poeta y, la verdad, me siento muy recompensado con la culminación del poemario.
Así, por ejemplo, comparto: “El fulgor de tus ojos ilumina/los pliegues en mi errático camino,/y urde un puente de luz en mi destino/que a un tiempo me enamora y me fascina./Recuerdo del poeta aquella rima/como se irá la vida así se vino,/y tejo la esperanza de mi sino/con el brillo sutil que me domina./Es benéfico el sol de tu mirada/en las vacilaciones de mi suerte,/y destaca en mi vida la soñada/argucia de encontrarte para verte./Sólo espero en mi agónica jornada/mirar tus bellos ojos en mi muerte”.
Eso espero aún: el poemario fue urdido en el 2015, en la antesala del fin, en el preludio de la despedida. ¡Y yo sin saberlo!
Por eso: “Para abrazar el sol de tu cintura/el deseo me aguija cuando avanzo/en pos de tu volcánica hermosura;/y no me desmadeja si me lanzo/ni me alivia el ardor, pero me cura/el ávido deseo si te alcanzo”.
Y por lo mismo: “Efímero es el tiempo consumido/y efímera es la vida de la rosa;/apenas te esperaba y ya te has ido/a contemplar el mundo porque posa/en la rama sutil de lo vivido/una desfalleciente mariposa”.
El vate que vaticina, que intuye el fin, que desfallece ante la premonición del adiós:
“Fluye lenta la vida en el estricto/cauce que no rompe ni desboca;/ mira pasar los años el invicto/espejo del ayer que nos convoca./Y duele del futuro el veredicto/de la mar que en la muerte desemboca”.
Más no se puede: ¡Uf!