De pronto y de la nada y del todo el Presidente ha dicho que si mediante prácticas corruptas y manipulaciones no se lleva a cabo la reforma al Poder Judicial, sería un hecho muy lamentable que sólo afectará de manera negativa a la sociedad.
En el aire Gamés respiró el olor picante de la sobrerrepresentación. Primero lo primero y segundo lo segundo. Foros, discusiones, extraños lenguajes jurídicos, pero aún no se sabe si la iniciativa de Liópez para modificar la Constitución ocurrirá como pasa en la mente de Liópez. Tranquilos.
Algo olfateó el Presidente, pues apuntó que por eso dejará constancia de que su gobierno defendió su compromiso contra la corrupción y la “decadencia” del Poder Judicial. “Si con argucias y con ‘concertacesiones’ y con corrupción logran que no se lleve a cabo la reforma, va a ser muy lamentable, muy lamentable; va a seguirse dañando a la sociedad. Pero nosotros, aquí personalizo, en mi caso, dejo constancia de que no fui cómplice de esa decadencia que se está padeciendo en el Poder Judicial”.
Liópez acusó a los jueces que no están de acuerdo con su polémica reforma judicial de estar en contra de la Constitución y señaló que ellos están “doblemente obligados” a respetarla. “Si se oponen a eso (a la reforma) están en contra de la Constitución, es elemental”, aseveró el mandatario durante una de sus últimas, snif, conferencias matutinas.
Y duro y dale, caracho
Aquí el olor picante: las declaraciones de Liópez ocurren luego de que la semana pasada magistrados y jueces del Poder Judicial anunciaran que preparan una estrategia jurídica para impugnar la reforma impulsada por el Presidente, que busca elegir por voto popular a los jueces en todo el país. Y duro y dale: muy bien, ¿pero hay que esperar la mayoría calificada y luego la discusión de las reformas? El pasado viernes, unos 250 integrantes del Poder Judicial de la Federación se manifestaron a las afueras del Palacio de Justicia de San Lázaro, y advirtieron que si se aprueba la reforma en los términos planteados por el mandatario (ah, escribir mandatario), responderán con impugnaciones en tribunales mexicanos e internacionales.
El Presidente señaló que jueces y magistrados están “en su derecho de manifestarse, de expresarse, son libres”, pero acotó que están “doblemente obligados a respetar la Constitución”. Señaló además que si no quieren someterse al escrutinio público, ya desde antes hubiesen abandonado su cargo voluntariamente. “No hay que tenerle miedo al pueblo, ni hay que tenerle miedo a las reformas. Y no hay que aceptar chantajes, no pasa nada, nada, nada, nada, el pueblo de México es muy responsable”.
Oh, sí, cómo ño. En cuanto a la sobrerrepresentación en el Congreso, la cual, según los magistrados, consiste en que el gobernante Movimiento de Regeneración Nacional y partidos aliados pretenden que con 52% de la votación obtenida el pasado 2 de junio alcancen más de 70% de las posiciones (500 en total) en la Cámara de Diputados, dijo que eso es “un principio constitucional”. Anjá, sí, un principio constitucional.
Yo triunfé así
“Así fue cuando yo triunfé, no en la pasada elección de diputados, así fue en el 2018, pero así fue también antes y ¿cómo lo van a cambiar ahora? Sólo que reformaran la Constitución, ahora sí que, como dicen los abogados, que no nos obliguen a leerles el artículo”. La reforma judicial plantea que no sólo es la elección por voto popular de los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino también de los integrantes del Tribunal Electoral y, en general, de todos los jueces federales y locales. Además, incluye la creación de un nuevo Tribunal de Disciplina Judicial y la eliminación del Consejo de la Judicatura Federal, el órgano administrativo del Poder Judicial. El pasado martes, Liópez destacó la legitimidad popular de la reforma tras la elección del 2 junio, en la que Sheinbaum se impuso con un récord de casi 36 millones de votos, cerca de 60% del total, y la alianza Morena tendrá “supermayorías” en el Congreso para modificar la Constitución sin negociar. Veremos. El Presidente intentará todo de lo que es capaz, que no es poca cosa, para lograr esta nueva trapacería, medita Gamés.
Todo es muy raro caracho, como diría William James: “No hay mayor mentira que la verdad mal entendida”.
Gil s’en va