Una interesante nota publicada en The New York Times revela que en un posible nuevo mandato, los aliados del ex presidente están planeando instalar de forma sistemática guardianes legales más agresivos y alineados ideológicamente...
Gil acusaba fatiga de metal mientras leía una interesante nota publicada en The New York Times escrita por Jonathan Swan, Maggie Haberman y Charlie Savage sobre los planes de Donald Trump en caso de regresar al poder. Gilga trae a esta página del fondo algunos subrayados.
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En el primer mitin de su campaña presidencial de 2024, el ex presidente Donald Trump declaró: “Yo soy su castigo”. Más tarde, prometió utilizar el Departamento de Justicia para perseguir a sus adversarios políticos, empezando por el presidente Joe Biden y su familia.
Detrás de estas amenazas públicas hay una serie de planes de Trump y sus aliados que pondrían en jaque elementos fundamentales del gobierno, la democracia, la política exterior y el Estado de derecho de Estados Unidos si regresara a la Casa Blanca.
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Los planes descritos aquí se derivan de lo que Trump ha pregonado en su campaña, lo que ha aparecido en su sitio web y de entrevistas con algunos de sus asesores, incluido uno que habló con The New York Times.
Si vuelve a ganar la presidencia, Trump ha declarado que usaría el Departamento de Justicia para iniciar investigaciones en contra de sus adversarios y acusarlos de cometer delitos, incluso dijo en junio que nombraría a “un fiscal especial de verdad para ir tras” Biden y su familia. Más tarde declaró en una entrevista con Univision que, si alguien lo desafiaba por motivos políticos, podría hacer que esa persona fuera acusada formalmente.
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Trump ya había violado las normas en su campaña de 2016, cuando prometió “encarcelar” a su oponente, Hillary Clinton, por usar un servidor de correo electrónico privado. Durante su presidencia, dijo en varias ocasiones a sus asesores que quería que el Departamento de Justicia presentara cargos contra sus enemigos políticos, incluidos funcionarios a quienes había despedido, como James Comey, ex director del FBI.
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Trump planea un ataque a la migración a una escala nunca antes vista en la historia moderna de Estados Unidos. A millones de migrantes que entraron ilegalmente en Estados Unidos se les prohibiría estar en el país o se les deportaría años o incluso décadas después de haberse establecido aquí.
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Mientras estaba en el cargo, Trump pensó en usar al ejército para atacar a los cárteles de drogas en México, una idea que violaría el derecho internacional a menos que México lo consintiera. Desde entonces, esa idea ha recibido un respaldo republicano más amplio y Trump pretende hacerla realidad si vuelve al Despacho Oval.
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Trump y sus partidarios quieren aumentar el poder que tiene el presidente sobre las agencias federales, lo cual implicaría concentrar en la Casa Blanca un mayor control sobre toda la maquinaria del gobierno.
Para ello han adoptado una versión maximalista de la llamada teoría del ejecutivo unitario, según la cual el presidente tiene autoridad directa sobre toda la burocracia federal y es inconstitucional que el Congreso cree reductos de autoridad independiente en la toma de decisiones.
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Los abogados con designación política frustraron en ocasiones los deseos de Trump al plantear objeciones legales a sus ideas y a las de sus principales asesores. Esta dinámica ha provocado una división silenciosa en la derecha, ya que los partidarios leales a Trump han llegado a ver con desdén al típico abogado de la Sociedad Federalista, en esencia, un conservador republicano de la corriente dominante.
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En un posible nuevo mandato, los aliados de Trump están planeando instalar de forma sistemática guardianes legales más agresivos y alineados ideológicamente, que serán más propensos a aprobar acciones contenciosas. En un sondeo de The New York Times sobre candidatos presidenciales para 2024, Trump y su equipo de campaña se negaron a responder a una serie de preguntas detalladas sobre qué límites, de haberlos, reconocería a sus poderes en una serie de asuntos bélicos, de confidencialidad y de aplicación de la ley, muchos de ellos planteados en su primer mandato.
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Como todos los viernes, Gil tomará la copa con amigos verdaderos y pondrá a circular por el mantel tan blanco la frase de Enrique José Varona: “¿De qué se hace un tirano? De la vileza de muchos y de la cobardía de todos”. Así las cosas, Gamés se retira a las habitaciones de unas inmerecidas vacaciones, pero volverá a esta página del fondo el lunes 8 de enero. Péguenle duro al aguinaldo, no sean pacatos.