Gil estanflaciona, ellos estanflacionan, nosotros estanflacionamos. Esto es un estanflacionadero. Si Gil ha entendido algo, cosa improbable, la estanflación es una inflación a la alza con estancamiento económico. La tía Eduviges lo dice con énfasis realista: ¿ya vieron lo que cuesta la fruta y la verdura? Al paso que vamos, un agua de limón será más cara que un whisky. A la tía le gusta tomarse sus whiskys vespertinos. Ahora mal sin bien: los economistas se han dividido en dos: los que consideran que la estanflación ya está aquí entre nosotros y los que piensan que aún estamos lejos de esa casa que arde de noche.
El 9 de marzo, el Inegi publicó un comunicado de prensa con la siguiente información: “En febrero de 2022, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró una variación de 0.83% respecto al mes anterior. Con este resultado, la inflación general anual se ubicó en 7.28%. En el mismo mes de 2021, la inflación mensual fue de 0.63% y la anual de 3.76%. El índice de precios subyacente tuvo un aumento de 0.76% mensual y de 6.59% anual. En el mismo periodo, el índice de precios no subyacente creció 1.04% a tasa mensual y 9.34% a tasa anual. Al interior del índice subyacente, a tasa mensual, los precios de las mercancías se incrementaron 0.96% y los de los servicios 0.52%. Dentro del índice no subyacente, los precios de los productos agropecuarios subieron 0.52% y los de los energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno 1.45% a tasa mensual”.
Muy caro, marchante
Ah, Gil subyace y obtiene un placer indecible escribiendo estos porcentajes que sólo entiende la tía Eduviges: todo está carísimo: el limón, el jitomate saladet, el aguacate carnoso, un escándalo. “En la primera y segunda quincena de febrero de 2022, el INPC (Índice Nacional de Precios al Consumidor) registró niveles de 118.733 y 119.229, respectivamente. Esto implicó un crecimiento quincenal de 0.42%. Por último, el índice de precios de la canasta de consumo mínimo tuvo un incremento mensual de 0.95% y anual de 7.86%. En el mismo periodo de 2021, las cifras correspondientes fueron de 0.77 y 4.55%, en ese orden”. Total, será la mamá de la estanflación, pero Gil no recuerda un aumento en los precios de este calibre en años. No vamos a empezar con la gasolina porque entonces eso ya pone mal a la tía Eduviges, que tiene su buena camioneta neoliberal, nomás faltaba.
Quién alza
Ante la información del Inegi, Enrique Quintana, gran gurú de Gil, señaló esto en su periódico El Financiero: “Lo preocupante no es sólo el nivel elevado que se registró sino la posibilidad de que estemos en una etapa en la cual la tendencia va a ser alcista (…) La amenaza de la permanencia de la inflación puede observarse en el comportamiento de los precios al productor que en febrero fue de 9.8 por ciento. Y, dentro de los componentes de este índice, son los precios de los bienes intermedios los que más se han incrementado, con un alza superior a 12.6 por ciento”.
Quintana agrega y Gamés suda frío: “este cuadro es el que conduce a pensar que entramos a tiempos de ‘estanflación’. Probablemente para las nuevas generaciones este fenómeno sea inédito, pues nunca lo han vivido. En México, en particular, se presentó en la década de los 70 y más notoriamente durante el régimen de Miguel de la Madrid cuando se combinó una explosión inflacionaria con un estancamiento de la economía”.
Economistas de fuste y fusta, como Francisco Báez, consideran delirante esta visión de la economía mexicana. Por algo será, si viene de la mente eficaz y numérica de Báez, pero Ernesto O'Farrill Santoscoy, presidente de Bursamétrica y quien fuera consultor del Banco Mundial, escribió en un artículo también de su periódico El Financiero: “Si en adición al tremendo impacto previsible en las finanzas públicas agregamos en el escenario una menor demanda mundial, que implica menores exportaciones, la continuación de la escasez de suministros y materias primas, la persistencia de una inflación elevada a nivel global, en particular la inflación al productor, y la raquítica inversión fija bruta de capital en nuestro país, llegamos a una estimación de una contracción de la economía mexicana de 2.5 por ciento anual, con una inflación de 5.8 por ciento anual. Es decir, un escenario de estanflación”. Ya lo dijo la tía Eduviges: madre de Dios.
Todo es muy raro, caracho, como diría el dicho anónimo: “¿No es extraño? Los mismos que se ríen de los adivinos se toman en serio a los economistas”.
Gil s’en va
Gil Gamés