El acabose: “la vitamina T” mexicana compuesta por tacos, tortas y tamales se ha encarecido. Sí, como usted lo lee. La razón: el aceite ha subido 69 por ciento en los últimos tiempos, desde 2019. Los puestos de comida callejera subieron sus precios, incluyen garnachas al por mayor y no pocos pambazos. Por si fuera poco, Rusia y Ucrania producen más de la mitad del aceite de girasol de todo el mundo. ¿Quién lo diría? Una quesadilla de papa será un lujo culinario; una torta cubana, ni se diga, y unas gorditas con sus buenos frijoles refritos, un oneroso platillo de haute cuisine.
La tía Eduviges está fuera de sí y se cuelga de las lámparas. Su informe de aumentos a los alimentos le pelea seriedad y precisión al Índice de Precios al Consumidor: aguacate (83%), cebolla (50%), papa (46%), chile poblano (43%), manteca de cerdo (38%), pan blanco (27%) y huevo (21%) registran los mayores aumentos muy por encima del nivel general de la inflación.
Gil leyó en su periódico La Jornada, en una nota de Clara Cepeda, datos muy similares a los que ofrece la tía Eduviges.
Duro y dale con los abrazos
Gil cavilaba y pensaba en la necedad, esa conducta que insiste en los propios errores o se aferra a ideas o posturas equivocadas. Gamés buscó en el tumbaburros la palabra necedad cuando escuchó al Presidente responder al Episcopado Mexicano después del asesinato de dos sacerdotes en la Tarahumara. Así las casas (muletilla patrocinada por el licenciado Bartlett), a pesar de los altos índices de delincuencia, de los homicidios, las balaceras, la extorsión, las pandillas desaforadas y de los reclamos de diversas zonas de la sociedad, no habrá modificación en la estrategia de seguridad del gobierno, aunque se enojen los conservadores, aseguró Liópez Obrador. A esto le llama Gilga necedad.
El Presidente habla: “no, al contrario, este es el camino. Todo esto es el fruto podrido de una política de corrupción, de impunidad, que se implementó desde los tiempos de Felipe Calderón. Sí, porque no se puede arrancar de raíz, de la noche a la mañana, de un día para otro, un problema que lleva años y que además se propició, se alentó”. Precisamente, medita Gilga, por eso urge una revisión de la estrategia, en el caso de que la haya. Sí, Gil lo sabe: no hay estrategia, ni táctica ni nada que no sea culpar a los medios de comunicación de dar noticia de lo que efectivamente ocurre en materia de inseguridad.
El Presidente: “Hemos hablado que los errores en política son como crímenes. Dicen: ‘Es que ahora hay más asesinatos que en la época de Felipe Calderón’. Sí, nada más que nosotros recibimos los homicidios hasta la punta, hasta mero arriba, y Calderón no recibió así el país, él lo llevó arriba, y todavía en el gobierno pasado le subieron más”.
Para el Presidente, la violencia es un sube y baja, como los de los parques, de pronto estás arriba, de repente estás abajo, dependiendo de circunstancias azarosas.
Sin maquillaje
El Presidente sostiene que en su gobierno no se maquillan las cifras de la violencia. Correcto, pero, ¿qué se sabe de la cirugía plástica?: “Estamos muy pendientes de todos los casos y, por convicción, por principios, por honestidad que, repito, consideramos lo más importante, no maquillamos cifras”.
Y luego el bofetón: “estos hipócritas lo primero que hacen es voltear a ver hacia nosotros y hacia mí, y si actuamos en estricto apego a la ley y de acuerdo con nuestras responsabilidades. ¿Qué esto no es un asunto del fuero común? ¿Qué no tiene que ver con una responsabilidad del gobierno local? Y no mencionan eso”.
Es verdad que el gobierno de Chihuahua debe investigar y en su caso presentar a los culpables, pero rayos y centellas, si no volteamos a ver al gobierno federal ante la masacre, entonces ¿a quién? El Presidente estuvo a dos de afirmar: ¿Y yo por qué? Tal vez porque él es el Presidente de la República, podría ser una razón, ¿no? La verdad sea dicha (muletilla patrocinada por Morena y Mario Delgado) a oídos sordos, palabras necias, ¿o cómo era?
Todo es muy raro, caracho. Como diría Boileau: “Un necio encuentra siempre otro necio aún mayor que le admira”.
Gil s’en va
Gil Gamés