Política

Salario mínimo: no han entendido nada

En la semana leí una columna en la que el autor se quejaba de los “continuos e inmoderados incrementos al salario mínimo”. Decía que lo único que habían logrado esos aumentos era que ahora un mayor porcentaje de los trabajadores formales gane menos de dos veces el salario mínimo.

Y pues sí, eso es cierto. Además, es lógico. Si el salario mínimo ha crecido en 125 por ciento en términos reales entre diciembre de 2018 y febrero de 2024, resulta completamente lógico que ahora un mayor porcentaje de los trabajadores gane por debajo de un umbral que se ha movido hacia arriba y, más concretamente, que se ha más que duplicado. Sin embargo, lo realmente importante es que eso no implica que ellos estén peor o que sus condiciones laborales o de ingresos se hayan deteriorado. Por el contrario, muchos trabajadores se han beneficiado del aumento real del salario mínimo. Esto ha mejorado su poder de compra y por tanto el nivel de vida de ellos y de sus familias. También ha sido un factor crucial en la reducción de la pobreza laboral, la pobreza por ingresos y la pobreza multidimensional que se ha observado de 2018 a la fecha, según las cifras oficiales del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval).

El prejuicio tan acendrado en contra de los aumentos al salario mínimo que aún persiste revela que hay sectores de la población que no han entendido nada de lo que ha ocurrido en México en los últimos años. Así es, el aumento a los salarios mínimos es una de las políticas más efectivas y poderosas que ha implementado la actual administración. Fue realmente un error garrafal de los gobiernos anteriores el haber hecho un tabú del aumento a los salarios mínimos. Anclados en una visión ideológica rebasada, argumentaban que era imposible subir los salarios mínimos sin que esto provocara desempleo o inflación. Advertían que la estabilidad macroeconómica dependía de mantener salarios precarizados. Se ufanaban de ofrecer una alternativa de inserción a la globalización que se basaba en una mano de obra barata. Nunca entendieron que todo eso estaba basado en una explotación laboral que era insostenible e indefendible.

Recordemos que el salario mínimo vigente en diciembre de 2018 era equivalente a solo 81 por ciento del costo de la canasta establecida por el Coneval para definir al umbral de pobreza. Esto quiere decir que un trabajador formal que ganara el salario mínimo era considerado pobre, ya que no podía adquirir esa canasta. Y si tenía dependientes económicos, toda la familia sería considerada pobre extrema por ingresos. Ahora, en 2024, el salario mínimo vigente en la mayor parte del país equivale a 1.67 veces el costo de la canasta mencionada, mientras que en la frontera norte el salario mínimo actual equivale a 2.5 veces el costo de esa misma canasta. Esto representa un cambio fundamental en la vida de muchas familias mexicanas, aunque haya quienes todavía no lo quieran ver.

Hacia delante tenemos dos retos por resolver: cuánto más puede aumentar el salario mínimo en términos reales y qué hacer con la brecha salarial entre la frontera norte y el resto del país. De esto hablaremos en un próximo artículo.


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Gerardo Esquivel
  • Gerardo Esquivel
  • Economista.
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