En un mundo que en su mayoría está hecho por y para los hombres, las mujeres debemos seguir luchando por nuestros derechos, para poder vivir con plenitud, paz y felicidad.
Sucesos como el de las mujeres afganas que verán infringidos sus libertades y decisiones por la toma del gobierno de los Talibanes, debe ser un recordatorio y un llamado para que todas, desde cualquier rincón del planeta. busquemos ser consideradas al igual que los hombres, como integrantes del género humano. Porque a través de la historia, nosotras hemos vivido la peor parte, al tener acceso en los últimos tiempos a la educación formal, al liderazgo en cualquier ámbito, a conseguir oportunidades de desarrollo fuera del hogar, a poder vivir sin violencia y sin limitaciones.
A través de los siglos de la existencia de los hombres y mujeres se ha hecho necesaria su convivencia para asegurar la especie, la mujer para la reproducción y el hombre para la producción. Este hecho hizo que ellas sufrieran pasivamente su destino biológico, porque los trabajos domésticos eran los únicos reconciliables con la maternidad y por eso la encierran.
Hasta la etapa de la agricultura y de intercambio de mercancías, algunas se incorporan a estas actividades. Sin embargo, con el paso de los siglos y la aparición de las grandes culturas su situación no cambia, sigue siendo relegada para poder instruirse, tomar decisiones de liderazgo político y participar en el desarrollo de un país. Es hasta el siglo XIX que puede asistir a la universidad y en el siglo XX poder votar y ser votada.
Actualmente, aunque ha habido avances, aún hay espacios que siguen vedados para las mujeres por cuestiones de prejuicios y tradiciones machistas, que mencionarlo podrían parecer un drama o una postura en extremo feminista, pero dejemos que las cifras hablen de nuestras propias irregularidades.
Del total de la población mundial, el 50.5 por ciento son hombres y 49.5 por ciento somos mujeres. Pues nosotras estamos por debajo de los varones en todos los indicadores de desarrollo sustentable. En cuestión de pobreza en el mundo; 70 por ciento son mujeres, así como dos terceras partes de analfabetas corresponden a ellas (ONU)
Aunque las mujeres realizan 66 por ciento del trabajo en el planeta y producen el 50% de los alimentos, solo reciben el 10 por ciento de los ingresos y poseen el 1 por ciento de la propiedad (Amnistía Internacional) Así mismo representan el 24 por ciento de escaños parlamentarios, el 5 por ciento en alcaldías, menos del 10 por ciento como jefas de estado. En cuestión de violencia una de cada tres sufre o sufrirá violencia machista en algún momento de su vida. Según estudios de OXFAM, en comparación a los hombres tenemos menor acceso a recursos, poder e influencia y podemos experimentar una mayor desigualdad debido a la clase, etnia o edad, así como a creencias religiosas y fundamentalistas. (ninguna puede representar a Dios en la Tierra, ni ostentar cargos importantes )
Es así como todos, desde la cotidianidad y acciones relevantes, debemos aportar para que seamos apreciadas y podamos ejercer nuestros derechos sin olvidar: “Por encima de las diferencias naturales, hombres y mujeres afirmen sin equívocos su fraternidad”. Simone de Beauvoir.
Gemma Medina