Una amiga muy querida, me mandó ayer por WhatsApp el video en caricatura, de un pequeño pájaro que recibe un disparo, por parte de una niña con su escopeta. El video, con una animación digital muy básica y sencilla, es muy estremecedor, y toca fibras profundas a cualquiera que considere que tiene un corazón.
No tiene palabras, sólo música e imagen, y aunque es desgarradora la trama, tiene un final feliz y reivindicante. No les cuento como termina por si acaso no lo han visto, mejor al final de este escrito les doy mi Facebook y ahí pueden ver el corto video.
Después de verlo puse a escribir esta columna, porque me hace pensar que en la vida real, muchas de las heridas que causamos no tienen revés. Me hizo pensar que tenemos que ser más cautelosos con nuestras palabras y arranques.
Con la manera en cómo le hablamos a las personas queridas, oa cualquiera en general. A veces actuamos de manera prepotente y ruda incluso con desconocidos. Nos desquitamos de las frustraciones del día con quien no tiene la mínima culpa.
Ese es el sello de una sociedad en decadencia: las personas se consumen en el egoísmo y explotan sin motivo y se lastiman unas a otras. No nos damos cuenta, pero a veces nuestras palabras y malos modos pueden causar mucho daño; nos seguimos de largo y no nos percatamos si acaso la persona con la que fuimos duros, se quedó aguantándose las lágrimas.
No siempre nuestras discusiones y malos modos tienen un final feliz como en el video del pajarito; hay cosas que se rompen sin remedio, hay corazones que se resquebrajan, rostros en los que difícilmente se volverá a asomar la misma sonrisa, la misma mirada con que esa persona nos veía.
Por eso es tan importante medir nuestras palabras: meditar dos veces antes de gritar o soltar un comentario hiriente que probablemente cause un daño irreparable. Piensa en aquellas situaciones, en que darías lo que fuera por recomponerlas y no haberlas roto.
¿Duelen verdad? ¿Podrías proponerte no romper más cosas valiosas? ¿No hacer llorar más a los que amas? Y si tienes ganas de llorar y reflexionar sobre el fondo del tema, te invitamos a mirar el video directo en mi perfil de Facebook: Gabriel Rubio Badillo.