Nuestra Galaxia tiene unos 100 mil millones de planetas en su interior y unos mil millones de ellos, son muy similares a la Tierra. Tiene más de 200 mil millones de estrellas, y desde la Tierra solo se pueden apreciar 2500 en total. Posee alrededor de 120.000 años luz de diámetro (intenta imaginar cuántos años terrestres te llevaría surcarla, e imagina su tamaño en kilómetros de lado a lado, tomando en cuenta que la luz viaja a 300,000 kilómetros por segundo. O sea que tan solo en un minuto, un rayo de luz recorre 18 millones de kilómetros.Se calcula que la antigüedad de la Vía Láctea es de al menos 13.600 millones de años. La vía Láctea junto con otras galaxias, viaja por el universo a una velocidad estimada de 600 km/s, es decir, a unos dos millones doscientos mil kilómetros por hora. (2.200.000 km/h).
Además de la Vía Láctea, existen unos 170 mil millones de galaxias calculables y visibles para nuestros telescopios terrestres, en el entorno cercano. Nuestro Sol tarda 225 millones de años en darle la vuelta completa al núcleo de la galaxia. Y tardará 4600 millones de años en apagarse, cuando consuma el hidrógeno que aún posee. Nuestro sistema solar se encuentra alojado en un extremo de la galaxia. Apenas es un grano de polvo en la playa, comparado con el tamaño total de la Vía Láctea. En él está la Tierra que es un millón de veces más pequeña que el Sol.
En medio de esta impresionante Creación, existes TÚ. Si no fueras absolutamente importante y trascendente, ¿crees que Dios te habría incluido en una Obra de esta magnitud? ¿En serio no te das cuenta que eres algo maravilloso? Así como en el macrocosmos la Creación es digna de asombro, igual pasa en tu interior. Respirar es un prodigio; no menos que el salir del sol, o que el vaivén de la tierra. Piensas y ríes y sueñas y ello te dice que estás vivo. Has sido dotado de intención; ese que es quizá el mayor de los misterios. Vida y acciones volitivas, son lo que nos hace humanos. Con el don de saber quiénes somos; algo reservado solo a los creados a imagen y semejanza del Eterno. De intentar parecérnosle.
Nunca, nunca, nunca, vuelvas a pensar siquiera que tu vida no vale la pena.
