es curioso que la manera en que percibimos el paso del tiempo depende de la edad; de niños, el tiempo no existe. Usamos más los sentidos y menos la mente. Somos capaces de disfrutar el instante presente, el lugar preciso donde estamos, sin preocuparnos de qué haremos después.
De niños, la experiencia no se contamina con las preocupaciones; pasamos las horas en el agua del mar, nos ponemos negros de sol, jugamos con la arena y la mente no interviene. Solo están los sentidos.
Por eso somos felices de manera natural; el niño no se preocupa, se ocupa. Solo está viviendo intensamente el momento con todos sus sentidos.
El adulto va descuidando poco a poco esa capacidad y ya nunca disfruta al 100% los momentos. Nuestra mente siempre está ocupada pensando en cosas distintas al lugar en donde estamos.
Disfrutamos las cosas a medias. Platicamos con las personas amadas aparentando escucharlas pero nuestro cerebro está lleno de otros pensamientos, sin ninguna relación con la charla. Necesitamos aprender a reconectarnos con la realidad y el presente.
Llega la adolescencia y nos entra una prisa por crecer, por ya ser grandes para poder hacer todo lo que nos da la gana… Por cierto, ¿cómo vas con eso?
¿Vives ya haciendo lo que de verdad quieres? ¿O has terminado por conformarte haciendo lo que otros esperan de ti? Y con frecuencia vivimos a toda velocidad, queriendo bebernos la vida de un trago. Pequeño y sencillo se nos hace el mundo.
A veces nos llenamos de tantas complicaciones bajo la bandera absurda de “solo se vive una vez”; uno de los conceptos peor entendidos por la gente y que se usa para justificar decisiones tontas y perjudiciales.
A partir de los 40, una pesada sombra nos cae encima: es la repentina conciencia de que la juventud se ha ido y no sabemos cómo lo hizo “tan de pronto”. Y de ahí para adelante las decisiones se vuelven más meditadas (por lo menos en teoría). Nos volvemos celosos de nuestro tiempo y selectivos con las compañías y amistades. La vida y el tiempo cobran un valor nunca antes percibido.
Justo ahora, ¿cómo estás? ¿Viviendo la vida a profundidad y abrazado a una pasión? ¿O solo dejando que se te escape como agua entre las manos? _
