El título que lleva esta columna fue el tema de la Mesa Redonda que tuvo lugar, ayer sábado, en el Centro Cultural “Profr. José Santos Valdés” de Lerdo organizada por la Fundación del mismo nombre, en el marco de la conmemoración del Movimiento Estudiantil que fue reprimido violentamente el 2 de octubre, fecha que hoy forma parte de nuestra historia y que no debemos permitir que se olvide por parte de los mexicanos.
Se contó con destacadas figuras del medio cultural lagunero: la Mtra. Oralia Esparza Rodríguez, escritora y especialista en cuestiones de equidad de género; el Mtro. Alonso Licerio Valdés, Grabador e impulsor de la estampa en la región, con el Colectivo “Fermín Revueltas”; y el reconocido escritor Saúl Rosales Carrillo, autor de un buen número de obras literarias y maestro de varias generaciones de escritores. Fue una experiencia de lujo escucharlos compartir anécdotas, visiones, posturas y perspectivas diversas respecto a ese movimiento trascendental en la vida social y política del país.
Saúl Rosales enfatizó el carácter popular y no solo estudiantil del movimiento, al referir que se le podía considerar una continuación de otros movimientos como el de los médicos y los maestros a finales de los años cincuenta, o el de Madera, Chihuahua, en 1965. Hizo una interesante contextualización para entender el sentido y la relevancia de los hechos que se conmemoran. Alonso Licerio compartió remembranzas de su participación como estudiante de San Carlos y la Esmeralda por aquellos años, vinculando la creación artística con el activismo político o social.
Habló de las enseñanzas que le dejaron aquellos acontecimientos, para desarrollar una concepción del arte relacionada con el compromiso social. Oralia Esparza, con su peculiar estilo y la forma siempre amena de compartir conocimientos y experiencias, nos narró su acercamiento personal a los hechos del 68 con el apoyo de interesantes anécdotas familiares y proyección de imágenes. Coincidió en algunos aspectos abordados por sus compañeros de mesa y vinculó lo ocurrido hace cincuenta años, con lo que sigue pasando en México desde hace años: después de Tlatelolco, el Jueves de Corpus, Acteal, Aguas Blancas, Atenco, Tlatlaya y Ayotzinapa. Se ha utilizado a los órganos e instituciones que debieran proteger al pueblo, además de defender la soberanía nacional, para reprimirlo, para acallar sus protestas. Esto no debe seguir. Son muchas las razones para no olvidar el 2 de octubre de 1968 y sus enseñanzas.