Una semana bastó para que el ajedrez de la política mexicana cambiara de orden.
El General Cienfuegos —cuyo nombre, sobra decirlo, cumple la máxima “nombre es destino”— llegó a México luego de que autoridades estadounidenses lo hicieran preso allá.
Anabel Hernández dice que López Obrador se vio presionado a solicitar la libertad de Cienfuegos. Si es así, ¿quién lo presionó?
Otros dicen que es una maniobra de la alta política en la que Trump le hizo un favor a AMLO por no haber reconocido a Biden todavía.
¿Está AMLO pensando en realizar otros movimientos que, con la utilización de Cienfuegos, podrá en jaque a los políticos del PRI y el PAN que ya trae en la mira?
¿Está Trump preparando una alianza con AMLO para cuando necesite ayuda al término de su mandato y sienta el remojón de las denuncias en su contra?
Lo cierto es que no lo llegaremos a saber.
Carlos Fuentes plantea en La Silla del Águila que, en la política y entre los “mejores políticos” —si es que se pueden poner estas dos palabras juntas—, las cosas no se anuncian, sólo se hacen.
De esta manera, se debe entender el lenguaje como un señuelo y la actitud como una expresión histriónica, es decir, una máscara.
Lo que no se dice es aquello que está ocurriendo. No debemos dudar que en este momento se están dando amarres entre personajes y por causas que en la vida pública nunca hemos escuchado.
Es normal que los trámites y alianzas tengan un valor meramente temporal, pues aquello que los impulsa es un destino desconocido que los jugadores no se han revelado.
Como nos podemos dar cuenta, la información que apunta al verdadero propósito de un político es muy valiosa, pues puede sacarlo del partido. Esto confirma la importancia de los medios de comunicación y de la verdadera razón de las filtraciones informativas. (¿Hay, por lo mismo, periodistas, opiniones, medios, que no sean políticos?
¿Es la revelación de “una verdad” —en sí, tarde que temprano— una herramienta? ¿Cuál es la posición política de cada uno de nosotros?)
Lo público es una superficie ilusoria; al igual que el caos.
No obstante, uno de los personajes de Fuentes nos advierte que los políticos —al fin seres humanos— están aquejados de nostalgias y que sería esta una brújula que muestra el interior.
Trump usó la nostalgia de una “Great America”; AMLO, la nostalgia de la superioridad moral.
¿Son reales estas nostalgias o sólo utensilios de juego? ¿Qué es lo que en realidad desean?
