¿Qué hubiera ocurrido con la locura del doctor Minor y de Joseph Conrad en tiempos actuales?
Es muy probable que ambos hubieran sido diagnosticados con trastorno de estrés post traumático (TEPT).
Este trastorno se caracteriza por afectar en el individuo la capacidad de reponerse de una experiencia traumática o de un hecho aterrador que observó, como la guerra, un accidente, una catástrofe natural o un avance sexual indebido.
Los síntomas pueden aparecer al mes del hecho en cuestión, aunque también pueden surgir hasta que han pasado años.
Estos síntomas deterioran la socialización del paciente y causan problemas en su ambiente inmediato y sus relaciones personales (www.mayoclinic.org).
Los síntomas incluyen ataques de memorias intrusivas que descargan su contenido y que hacen sentir al paciente que el episodio recordado está sucediendo otra vez.
Esto incluye sueños o pesadillas sobre lo vivido y/o instantes en que el paciente está despierto y reacciona con inesperada sensibilidad a objetos, ideas o palabras que le recuerdan aquel fragmento temido del pasado.
El paciente se retrae y evita lugares, actividades y gente que le pueden detonar una crisis.
En esta nube oscura, el paciente se encuentra asustado o con miedo, siempre a la espera de un peligro inminente.
Muestra comportamientos autodestructivos; posee dificultades para dormir y para concentrarse.
Exhibe irritabilidad y un comportamiento agresor súbito. Muchos padecen de una culpa desproporcionada o una vergüenza profunda, lo cual puede generar pensamientos suicidas.
Tanto Minor como Conrad mostraron síntomas de haber presenciado una realidad violenta o amenazante que les dejó secuelas.
Ahondando en la literatura de Conrad podemos imaginar cuánto vio, y al conocer los delirios de Minor entendemos que tan severa fue la fracturación de su mente.
Simon Winchester, el autor de The Professor and the Madman, menciona que hay suficiente evidencia para pensar que el doctor Minor tenía, además, esquizofrenia.
La esquizofrenia es una condición crónica del cerebro que causa delusiones (falsas creencias, como la paranoia), alucinaciones, desorganización en el habla, problemas para pensar claramente y una ausencia de motivación (psychiatry.org).
No se sabe la causa cierta de la esquizofrenia, aunque se piensa que hay razones tanto genéticas como conductuales. No hay cura, mas existen terapias y medicamentos que aminoran los síntomas.
Los efectos de la esquizofrenia pueden ser intermitentes.
Cuando la esquizofrenia está activa, el individuo pierde contacto con la realidad por la manera en que su cerebro procesa la información.
Así, el paciente tiene dificultades para discernir lo real de lo que no es. Sus alucinaciones pueden ser visuales y/o auditivas; inclusive puede percibir olores y sabores, y sentir con el tacto cosas que no están allí.
En ese mundo creado por el cerebro psicótico, el individuo se siente amenazado o perseguido por una persona específica o por un grupo entero.
Al avanzar, el lector quizá recuerde las alucinaciones del doctor Minor, los sueños que tenía y las impresiones que éstos le dejaban en la mañana al despertar.
Inclusive el doctor Murray sabía que aquel caudal de irrealidad, fantasía y penumbra habitaba la mente del doctor Minor y fue capaz de ver en su amigo y colaborador solamente sus aspectos luminosos.
Y es que Minor logró, sin la ayuda de medicamentos ni tratamientos modernos, imponer un orden en el caos de su cabeza, y sometió a sus demonios para ofrecer a los demás un comportamiento “normal”.
Tanto poder tenía dentro de sí que sobrevivió a la brutalidad de la guerra civil de los Estados Unidos, la ruptura del tabú simbolizado por Caín y la crueldad institucional de Inglaterra que trataba a sus locos cual criminales de la razón.
Pero recordemos que la ciencia de la mente y el conocimiento de las presencias irracionales que habitan nuestro ser (el inconsciente, la sombra) apenas estaban por desarrollarse.
Esto nos llevaría a la historia de otros dos locos, el judío Sigmund Freud y el suizo Carl Jung, que vale la pena conocer.