Cultura

El editor y el colaborador: El desvarío nocturno

  • 30-30
  • El editor y el colaborador: El desvarío nocturno
  • Fernando Fabio Sánchez

El paciente 742 del asilo Broadmor para enfermos mentales y convictos criminales, William Chester Minor, es pálido, flaco y de rasgos afilados.

Su cabello es rubio rojizo; sus ojos son profundos y sus pómulos, sobresalientes. 

Tiene 38 años y posee educación superior: es de verdad cirujano. No se le conoce religión.

Se le acusó de asesinar voluntariamente a George Merret y se le pronunció “no culpable” por insania.

Dice que es víctima de persecución. Personas desconocidas intentan hacerle daño, administrándole veneno.

Fue admitido en la institución el 17 de abril de 1872.

Ya que se juzga que no se hará daño, suicidándose, ni es epiléptico, ni es lo suficientemente violento para agredir a otros, se le colocó en la sección 2.

El asilo se acaba de construir hace 9 años apenas. Para algunos, la sección 2 tiene la atmósfera de un club para caballeros como el Athenaeum Club.

El paciente 742 ocupa dos habitaciones. 

Se ordenó que se trajeran objetos de su apartamento en la ciudad (camisas, un libro de oraciones, una caja de fotografías, un mapa de Londres, un diario y un reloj con cadena de oro, entre otros objetos) y que se le proporcionaran materiales para dibujar (papel, pinturas y una colección de lápices).

Como una de sus pasiones es leer, posee también muchos libros. El Dr. Minor ha pagado para que trabajadores construyan libreros en una de las celdas.

Inclusive le paga a uno de los pacientes vecinos para que lo ayude a mantener el orden de la habitación, organice los libros y limpie después de una sesión de pintura.

A otro de los vecinos le imparte clases de flauta, y en ocasiones Minor toca el instrumento a solas.

Se puede decir que vive con holgura, pues también se le ha dejado tener una selección de vinos y bourbons.

A lo largo de una década, no obstante, el paciente no ha mostrado signos de recuperación mental. Desde su ingreso, guardias y doctores han tomado nota de sus delirios.

Al parecer, la llegada de la noche marca un cambio en su mente. Las alucinaciones ocurren solamente en la noche, de acuerdo con el significado de “lunático” (aquel que desvaría por intervalos; como la luna atraviesa por ciclos).

Cree que niños se esconden en las vigas del techo y que, cuando está dormido, bajan para administrarle cloroformo. 

Luego, los niños lo obligan a realizar actos indecentes, ya sea con ellos mismos o con las mujeres en las que constantemente sueña.

Al despertar, está convencido de tener abrasiones alrededor de la nariz y de la boca, que es donde los niños le imponen la botella de gas.

Ha anudado un hilo desde la chapa de la puerta a un mueble, de manera que pueda despertarse si alguien intenta entrar.

Y es que el doctor cree que grupos de intrusos se cuelan en el cuarto por las paredes y las ventanas para envenenarlo. Por las mañanas, exige que una báscula confirme su peso para ver si el veneno no lo ha vuelto más pesado.

Su tormento es tan intenso que uno de sus compañeros de bloque dijo que Minor le había prometido darle todo si se atreve a cortarle el cuello con un cuchillo.

Y es que intenta escapar desesperadamente de las presencias que lo sujetan por la noche y le pinchan la médula espinal y el corazón con instrumentos de tortura.

O también quiere esconderse de las corrientes eléctricas que surgen de lugares misteriosos y que se entierran en su cuerpo para traspasarlo.

Sus sueños son constantemente sexuales. Confesó que fue raptado hasta la región de Constantinopla y que las presencias lo obligaron a realizar actos obscenos en público. 

“¡Quieren convertirme en un proxeneta, en un padrote!”, añadió.

Pero de día, el paciente muestra inteligencia y una constante racionalidad.

Inclusive en 1879 le escribió una carta a Eliza Merrett, la viuda del hombre que asesinó. Ella vino a verlo para agradecerle el apoyo económico que le empezó a brindar como retribución.

Ella, al parecer, ha empezado a sentir apego por el doctor y, además, le trae libros, pese a que la mujer apenas sabe leer.

En uno de esos libros que ella le dio, Minor ha encontrado una convocatoria del jefe editor del Nuevo Diccionario Oxford de la Lengua Inglesa, a quien le ha escrito de inmediato para ofrecerse como colaborador.

El doctor James Murray le respondió que, motivado por las calificaciones académicas, entusiasmo e interés del doctor Minor, aceptaba su colaboración y lo alentaba a leer todo lo que tuviera a su alcance para que pronto enviara sus entradas.

El paciente 742 se ha dedicado a esta labor, consumiendo, concentrado, las horas del día.

*Información de The Professor and The Madman (1988) de Simon Winchester.

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