Como sabemos, Drácula entró en la habitación de Mina Harker dos veces.
En la última, frente a su esposo dormido, forcejeó con ella.
Los cazavampiros, comandados por el Dr. Van Helsing, interrumpieron la escena y, con crucifijos en mano, ahuyentaron al monstruo.
Pero era ya demasiado tarde. Mina, con el camisón manchado de sangre, narró lo sucedido.
Dijo que Drácula le confesó que, en efecto, no era la primera vez, o la segunda, que sus venas aplacaban su sed.
Y, poniendo una vez más sus afilados dientes en su garganta tersa, agregó:
“Tú, la más amada por aquellos que me andan persiguiendo, eres carne de mi carne ahora, sangre de mi sangre, clan de mi clan, mi abundante prensa de vino por un tiempo, y serás más tarde compañera mía y mi ayudante”.
Y continuó: “Ahora responderás a mi llamado. Cuando, en pensamientos, te diga “ven”, deberás cruzar tierra y mar para cumplir mis órdenes, y así culminará esto”.
Entonces dijo que Drácula se desabotonó la camisa, se descubrió el pecho y se rasgó la piel. Luego la obligó a beber de la herida, sellando así el pacto con su sangre muerta.
Desde ese momento, se enhebra un hilo que unirá a Mina con el conde de Transilvania.
Estarán conectados a través del aire. Mina podrá ver lo que Drácula experimenta en otro lugar.
No obstante, Mina no sólo empezará su viaje hacia la muerte que nunca termina. Mina también entra en la imaginación humana.
Desde que Bram Stoker publicó su novela en 1897, compuesta por una serie de diarios personales, telegramas y artículos de revistas, los lectores han imaginado versiones alternativas de estos personajes literarios y, en especial, han asignado diversos motivos a la relación entre Drácula y Mina.
¿Existe amor entre los dos? ¿Qué nos revela el vínculo telepático entre el vampiro y su presa, así como las palabras y el ritual por medio de los cuales la convirtió?
¿Hay aquí un secreto sobre la naturaleza del amor?
El lector de esta columna deberá entregarse a esta obra clásica, una de las más leídas en la lengua inglesa, para encontrar respuestas y descubrir el destino de Drácula y Mina.
Y deberá estar abierto a conocer y comprender el bosque de fantasías que yace a partir de esta fábula.
Y es que también cabe preguntarnos, ¿qué nos dice el monstruo sobre nosotros mismos, sobre nuestras aspiraciones y nuestra relación con la oscuridad?
Quizá Drácula nos enseña, entre otras cosas, que alguna vez somos ese monstruo y, en otras ocasiones, la presa.
Ya se responderán ustedes.