El Presidente libra una feroz batalla contra la realidad. Desde siempre las expresiones de ésta son ignoradas por él. Ya en el poder las consecuencias son desastrosas para él, su gobierno y el país. Escapar a las expresiones adversas es su método. El reconocimiento del Presidente a insuficiencias ha ocurrido, pero muy ocasionalmente, como también han sido las disculpas a algunos a quienes con frecuencia ofende.
Vicente Fox fue un presidente con suerte. Los precios del petróleo alcanzaron su punto más elevado y a semejanza de López Obrador inició con un respaldo popular amplio. En el primer año de López Obrador, a pesar de las malas cuentas, mantuvo números razonables en la buena opinión a su persona. Sin embargo, la crisis y su pésimo manejo le han mermado gradualmente adherentes, además de que crece el segmento de quienes le reprueban abiertamente, casi un tercio de la población; y dado el perfil social de éstos son quienes más influencia tienen en la opinión pública. Se va a la polarización con un Presidente a la baja.
El presidente López Obrador debiera verse en el espejo de su contraparte norteamericano. A poco más de cuatro meses de su reelección está diez puntos debajo de su competidor demócrata, según el promedio de encuestas de Real Clear Politics. Las mediciones de The New York Times y CNN le dan a Joe Biden 14 puntos de ventaja. Algo semejante ha ocurrido con López Obrador en los últimos meses, aunque aquí no hay reelección, pero sí comicios intermedios con un fuerte componente local.
Los números buenos o malos del Presidente no serán definitorios del desenlace de los comicios de julio de 2021, precisamente por la dinámica local que le acompaña. Las intenciones de voto las definirán las contiendas a gobernador y las de los alcaldes. Por esa consideración la estrategia del Presidente es hacer de las elecciones un referéndum a su persona y potenciar el voto a favor de Morena por los beneficiarios de los programas sociales. En contraparte, las oposiciones deben dar expresión local a las contiendas y no ceder ante la pretensión del Presidente. Es menester que el conjunto de la sociedad y de las fuerzas políticas respalden al INE en su condición de autoridad, así como en su momento al Tribunal Electoral.
Nada existe en el horizonte que haga que mejoren las cifras del Presidente, sino justo lo contrario. Dejó pasar el momento de remover, o al menos disminuir, al subsecretario López-Gatell y la suerte de éste será la de aquél. Hablar de que la pandemia y el ciclo de contagio y muerte se prolongue hasta octubre con más de 80 mil fallecimientos oficiales es el escenario que más que posible es probable. La economía seguirá con dificultades mayores con el consecuente efecto en la economía familiar, en los ingresos fiscales y en el financiamiento de los programas e inversiones en curso. En la inseguridad no habrá quiebre y en el mejor de los casos se espera, al igual que las cifras del contagio, se estabilicen en el punto alto.
El Presidente podrá abstraerse de la realidad, no de la adversa evaluación.
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