Política

Futuro que arrolla

Las mediciones más recientes sobre intención de voto en la elección general norteamericana muestran que la diferencia entre Donald Trump y Hillary Clinton se ha reducido. El empresario converso a político puede ganar la elección presidencial, con todo lo que implica para México: la revisión o cancelación del TLC y una política migratoria con deportaciones masivas. México y el mundo deben prepararse para un giro imperialista nacionalista de la nación más poderosa del mundo. Inexplicable, que en este contexto la canciller se pronuncie por revisar el principio de la no intervención.

En México, las elecciones de junio son la expresión misma de incertidumbre, con la agravante de que los estudios de opinión no tienen precisión por la muy elevada proporción de personas que se resisten a responder encuestas, así como por los altos números de la no respuesta a la intención de voto de quienes sí participan. De la docena de estados solo en dos hay relativa claridad sobre el desenlace: Hidalgo para el PRI y Puebla para el PAN.

Se anticipa que el PRI será el partido con más triunfos, pero también es el que más expone; nueve son gobiernos tricolores. Lo importante no solo es la suerte de los tres partidos históricos, sino lo que habría de acontecer con los antisistémicos: los independientes y Morena. El parecido con el proceso electoral norteamericano salta a la vista, por el protagonismo que tiene el voto de los indignados.

El desarrollo de las campañas muestra que difícilmente habrá un triunfo de candidatos independientes; el más competitivo, Chacho Barraza, no prendió y Javier Corral, del PAN, le ha superado con claridad. De hecho, el PAN y Corral en Chihuahua se presentan como la opción opositora portadora del rechazo frontal al estado de cosas. No se descarta que en el nivel municipal se den triunfos de independientes, pero no se dará un caso como el de Nuevo León del año pasado. El antisistémico exitoso es el que radicaliza el discurso y personifica el ánimo de venganza pública frente a la percepción de abuso.

Por su parte, Morena no requiere ganar una o varias gubernaturas, su objetivo es superar al PRD y de allí plantarse el 5 de junio como la tercera fuerza política, el sorpasso a la mexicana, lo que en España Podemos e Izquierda Unida pretenden respecto al PSOE. Aún así, en varios estados el candidato de Morena muestra competitividad: Oaxaca, Veracruz y Zacatecas.

En el balance de las cosas el PRD requiere ganar Oaxaca para mantener su credibilidad política. Es probable que prevalezca en Tlaxcala, pero el peso electoral de esa entidad no da para mucho. Hace bien el senador Barbosa en anticipar la candidatura de Miguel Ángel Mancera, para concitar un elemento amalgamador que le dé sentido de futuro al proyecto perredista. Graco Ramírez es clave en este proceso.

Tamaulipas ha concitado la atención como resultado de la depuración de tres candidatos que hiciera el PRI por sus vínculos con el crimen organizado. El PAN reaccionó bien en los medios, pero mal en la sustancia. El PRI tiene un caso, pero no tuvo el cuidado y rigor con el que se deben manejar esos temas; una fotografía falsa puso en entredicho un sólido argumento legal. Por su parte, es lamentable el desgaste que asume Ricardo Anaya, uno de los valores políticos más prometedores, al avalar sin reserva a dos candidatos bajo cuestión: Francisco García Cabeza de Vaca en Tamaulipas y Miguel Ángel Yunes Linares en Veracruz.

Es previsible que el PAN acabe con más de lo que tiene, por cierto, discutible, toda vez que en los estados que supuestamente gobierna —Puebla y Sinaloa— sus mandatarios actúan de manera independiente. Malova no tiene mayor pretensión futura y eso le da todavía más libertad respecto al proceso electoral. Moreno Valle vislumbra la candidatura presidencial y el blindaje a su gestión, de allí su involucramiento en la definición de candidatura y en la propia elección.

El saldo del 5 de junio es posible que ratifique la decisión de los partidos por sus prospectos más competitivos. Con el desgaste de Ricardo Anaya, especialmente si se pierde Veracruz, el PAN optaría por Margarita Zavala o Moreno Valle. Manlio Fabio se fortalecerá en el PRI independientemente del resultado, al ser factor para mantener la cohesión partidaria, fundamental para el futuro inmediato. El PRD se definirá por Mancera o Graco, el PRI por Miguel Ángel Osorio y El Bronco verá alejarse del horizonte sus posibilidades de ser candidato exitoso. López Obrador continuará en su gesta de capitalizar por todos los medios, incluso a costa de su seriedad política, la indignación social.

El futuro arrolla y se impone. No hay espacio para el error. Un entorno diferente y un juego partidario distinto obliga a claridad estratégica desde ahora. El 5 de junio será ocasión para revisar todo, en especial por quienes tienen el poder decisorio.

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Federico Berrueto
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