El gobierno de Delfina Gómez deberá articular, inclusive ya desde ahora, formas de relación renovadas con los sectores productivos en lo económico y lo social, fundamentalmente, pero vinculados con la política y la administración pública a través de un proyecto de gobierno compartido, cuya finalidad superior sea el mejoramiento sustancial de la sociedad en su conjunto.
Son las organizaciones políticas las que mayormente reclaman, permanentemente, espacios de participación y representación, pero en función de sus respectivos intereses e «ideologías», pero se habría que «politizar» también a las organizaciones sociales para que participen los proyectos y obras públicas con perspectiva de Estado, al que pertenecemos todos. Eso es el trabajo a futuro inmediato.
Pero en el presente inmediato, el cada día más próximo día de la final transición, el 15 de septiembre venidero, cuando el aún Gobernador Alfredo Del Mazo ondee por última vez en palacio de gobierno el lábaro de la Patria y exhale el último Grito de Independencia -que lo hará también a nombre del grupo político priista al que pertenece, y en punto de las 12 de esa noche entregue el Poder a la maestra Delfina Gómez desde el primer minuto del 16 de septiembre, y más tarde, durante la mañana, la flamante gobernadora presida el desfile Cívico Militar para conmemorar el 213 aniversario de la Independencia Nacional.
Ambos actos de esa noche significarán, por un lado, la despedida circunstancial del neoliberalismo priista del gobierno estatal y la entrada del nuevo gobierno, cuyo primer acto público lo será, significativamente, la vinculación simbólica con las fuerzas armadas que, especialmente con el Gobierno federal del Presidente Andrés Manuel López Obrador, han adquirido histórica relevancia en la vida pública del país.
Nada ha sido aún escrito pero de la eficacia que el gobierno estatal que encabece Delfina Gómez logre imponer rápidamente, de las premisas y formas de administración que postula su bandería política y el gobierno federal que la sustenta, dependerá en mucho el futuro del país, dado que en gran medida el Estado de México representa también el mayor potencial electoral que definirá la elección presidencial -entre otras- a escenificarse en el siguiente año 2024. He ahí el más inmediato de los retos mayores para el próximo nuevo gobierno.
