Hay una imagen que está volviéndose "normal" ver al andar por la ciudad: largas filas de personas en esas tiendas de conveniencia donde ahora no solamente se pueden comprar productos, sino también pagar casi cualquier tipo de servicio (teléfono, luz, agua, gas, televisión de paga, tarjetas de crédito, hacer depósitos a cuentas bancarias, etcétera); y del otro lado del mostrador una o dos personas atendiendo sin parar.
Son toda una serie de servicios que podemos pagar en un solo lugar y sin restricción de horarios, algo muy atractivo para nosotros los clientes y definitivamente un buen negocio para estos establecimientos. Lo mismo sucede en locales de comida rápida, oficinas bancarias, etcétera, donde es posible ver la misma escena: muy pocos empleados y muchos clientes por atender. Desde la visión económica, todo esto es algo bueno para el crecimiento de la economía, pues se generan ganancias y se crean empleos; pero si hablamos de desarrollo, en especial de desarrollo sustentable, esto no es suficiente.
Es importante que se dé el crecimiento económico, pero que junto con él se mejore el bienestar de la sociedad en general. Por ejemplo, no solo se trata de que se creen más empleos, sino también de que éstos sean de una calidad aceptable, es decir, como señala la Organización Internacional del Trabajo, que sean empleos decentes, ya que es algo a lo que le dedicamos gran parte de nuestro tiempo y es un pilar para la integración social y la autoestima.
Se necesita un fortalecimiento institucional para que se respeten los derechos laborales de los trabajadores y se les dé un trato digno; además, se requiere la participación sindical, figura tan importante en las negociaciones patrón-trabajador, pero que está tendiendo a desaparecer debido, entre otras cosas, al modelo económico y a los excesos cometidos por los mismos líderes sindicales.
DRA. ELIZABETH GÁLVEZ SANTILLÁN
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