Política

No confundir

No es igual gimnasia que magnesia. Quienes esto lean, amables lectores, tendrán con toda probabilidad hidrocarburos (o sea: vida vegetal fosilizada) muy cerca de sus personas: lentes, bolígrafo, pantalla y teclas de computadora, de reloj, y teléfono celular; posiblemente también: calzado y calcetines, ropa interior, medicamentos, pinturas, frascos y botellas, cubetas, derivados de hidrocarburos extraídos de recursos naturales, que son parte de los activos de la Nación.

Por otro lado, podemos estar seguros que la gran mayoría de los mexicanos no tienen entre sus planes vender como chatarra más de 20 millones de vehículos automotores circulando por calles y carreteras del país, con una vida útil en promedio de 10 años o más, mientras llega la fase de conversión en la movilidad pública nacional y la energía utilizada para ello.

Nadie medianamente conocedor piensa que los hidrocarburos, (que son materia viva y sol fosilizados por millones de años), se volverán inútiles por el hecho, inevitable a corto o mediano plazo, de sustituir la movilidad pública basada en combustión de fósiles por el uso general de motores eléctricos.

Igualmente, todos conocen que por todo el planeta hay desiertos (y azoteas) que pueden captar enormes cantidades de energía solar; así como zonas ventosas que mueven hélices generadoras de energía eólica. Sol y vientos que son recursos naturales de la Nación; no de Repsol. Sabemos todos también que la intermitencia de vientos y horas solares encontrará pronto una solución práctica de uso público (hidrógeno verde).

Pero de ahí no se deduce, en ninguna lógica, que México tenga que proceder precipitadamente a extraer de manera febril hidrocarburos del subsuelo nacional y malbaratarlos a otras economías, porque “ya debemos orientarnos a energías limpias”.

Es tan burdo el sofisma que hay que dudar si enfurecerse o carcajearse. Como estrategia nacional, y “con las modalidades que dicte el interés público”, México debe preservar los recursos naturales del subsuelo nacional para transformarlos en nuestra industria, “sin hostilidades ni exclusivismos”; y sustentar así una economía propia, sin demérito de la cooperación internacional para el desarrollo. La movilidad vehicular es, sin exageración, un tema de seguridad nacional, que no puede estar sujeto a decisiones y hasta caprichos ajenos, como estuvo a punto de ocurrir hace poco cuando explotó la gran refinería de Filadelfia. Todos recordamos la histeria colectiva que se generó con un desabasto parcial y temporal para poner orden. México debe continuar reconfigurando sus refinerías y restableciendo su importante planta petroquímica y de fertilizantes (que son orgánicos de origen).

Aumentar la extracción de los hidrocarburos, no renovables, es, en matemáticas puras, disminuir las reservas. La extracción debe tener una cuidada planeación en tiempos. Ya están revoloteando por ahí los profetas de la salvación nacional para convencernos de que nos deshagamos de nuestros necesarios recursos naturales e importemos energía.

P.D. Los mejores camarones son los de Maracaibo, porque el krill del que se nutren, se alimenta de los derrames del petróleo crudo. 


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Esteban Garaiz
  • Esteban Garaiz
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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