Política

El 'lumpenproletariado'

Al menos un tercio de las y los trabajadores de México, cercano a la mitad, no cuentan con el privilegio social de pertenecer a un sindicato que defienda sus derechos humanos más elementales: los derechos laborales.

Tratar en nuestra sociedad nacional el hablar de los derechos humanos vitales: los de base, antes de llegar a los derechos civiles, automáticamente hace que el que lo pretenda sea etiquetado de populista.

Aunque nadie con seriedad se atreve a definir el populismo. Resulta más cómodo dejarlo en el nivel anímico: etiqueta.

Pero “contra los hechos no hay argumentos”, según decía Santo Tomás de Aquino. Tres empleos por crucero, sobreviviendo de la magra solidaridad de los conductores.

De ahí la enorme importancia trilateral que está ahora tomando el sindicalismo en el ámbito del T-MEC: sin duda transformará en el corto plazo nuestra realidad social, en lo económico y en lo político.

“Pacta sunt servanda”: los pactos deben cumplirse; y las normas laborales básicas son parte integrante del nuevo Tratado Trilateral.

Precisamente ese fue el criterio central al momento de replantear el tratado: en la más pura lógica de la libre competencia y del “piso parejo”, entonces la raquítica remuneración a los trabajadores por las empresas establecidas en territorio mexicano (reducción del “costo laboral” para aumentar las utilidades en la lógica empresarial) significaba una competencia desleal. Ese es el punto del debate.

Empresas establecidas en México, con accionistas de cualquier nacionalidad, buscaban aquí “certidumbre”, o sea: las laxas y moldeables disposiciones de los últimos sexenios. Ahora reclaman certidumbre legal. Les falló la asesoría jurídica: nadie les leyó el artículo 123.

Paradoja que ahora desde Canadá y Estados Unidos, poderosas organizaciones sindicales, como AFL-CIO y otras, exijan a las autoridades laborales y económicas de México que apliquen con rigor sus propias (y centenarias) disposiciones laborales en toda su jurisdicción.

Volviendo al populismo, ya hemos mencionado en este espacio que la palabra en cuestión la inventaron y aplicaron los bolcheviques rusos de comienzos del siglo XX para referirse a quienes en la lucha social sostenían que el impulso revolucionario vendría de todo el pueblo: del campo, y de la ciudad, y no sólo, como creían y sostenían ellos los bolcheviques, del proletariado sindicalizado y organizado.

En nuestro idioma: poco ayuda la definición del Diccionario de la Lengua Española publicado por la Real Academia, que define populista como: “perteneciente o relativo al pueblo”.

Con lo que, al parecer, nadie con la mente y principios democráticos debería sentirse ofendido o hecho menos si queda etiquetado como populista. Como casi nadie se ofende si lo etiquetan como demócrata.

Y todo el que, o la que, se gana la vida con su trabajo honrado puede y debe hacer valer sus centenarios derechos laborales: con T-MEC o sin T-MEC.

A esos derechos universales e indeclinables corresponde la obligación de la autoridad legalmente constituida de hacer valer la ley y los derechos de todos.


Esteban Garaiz

[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Esteban Garaiz
  • Esteban Garaiz
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.