Luego de un lago proceso electoral, las y los ciudadanos de Jalisco estamos convocados a las urnas para renovar los cargos de elección popular y refrendar a la democracia como el sistema político que hemos decidido adoptar para organizar nuestra vida política. de acuerdo a datos oficiales, 6 millones 457 mil 693 ciudadanos dentro de la entidad podremos votar y hasta 58 mil 467 extranjeros, de los cuales ya se han registrado evidencias de participación. Tal vez esa es la palabra que, si no define a nuestra democracia, la convierte en una característica sustancial de ella. Porque es lo primero que se espera de la ciudadanía, no sólo para que el sistema electoral funcione, sino para que el propio concepto de ciudadanía se haga válido.
Durante esta campaña se han realizado un sinnúmero de acciones encaminadas para promover la participación activa del electorado, ya sea fomentando un voto informado a través de debates, campañas e información sobre qué se elige y qué función tiene cada uno de los cargos hasta el involucramiento de los ciudadanos en la conformación de los consejos distritales y municipales, de las mesas directivas de casilla y del personal eventual que capacita y organiza a los funcionarios de casilla. Es una labor titánica que incluye a muchas personas, con el único objetivo de que podamos acudir a las urnas y que se realice una jornada de manera pacífica y con resultados confiables, a la mano de cualquiera. Insisto, es una de las características de la democracia, la participación de las personas y que incluye la organización del proceso, su vigilancia y hasta el conteo y calificación de nuestros votos, y de sus propios votos. No debemos olvidar nunca que las autoridades electorales más comprometidas son nuestros propios vecinos que aceptan integrar las mesas directivas de casilla y que dedican muchas horas para capacitarse y prepararse para sacar adelante la elección.
En una democracia somos nosotros mismos los que nos hacemos responsables de forjar nuestro futuro, adoptando el papel que el presente nos demanda.
Votar es tal vez el acto público más íntimo que podamos experimentar, dentro de la mampara, en soledad, tenemos unos momentos para decidir qué es lo que queremos para nosotros y los demás, es un acto de creación de comunidad, de conformación de gobiernos, de integración de afinidades en el aparente hecho de tachar una boleta. Es por demás importante y debe hacerse, creo, con toda la responsabilidad que merece y constituye un eslabón más en un proceso enorme que involucra a millones de personas que buscamos, a través de la participación, decidir lo que mejor nos convenga.
Por eso es importante hacerlo. Estadísticas electorales han señalado que los niveles de participación rondan el 40% en elecciones intermedias y en procesos calificados como históricos alcanzó poco más del 63%. Sigue siendo un misterio qué motiva a las personas a abstenerse de participar y representa un campo fértil para investigaciones sobre la calidad de la democracia y una significación de la palabra misma que vaya más allá del garantizar procesos periódicos.
Mientras, se acerca el día por el que todo esto que hemos vivido tiene sentido, el día de votar, de hacerlo para seguir fortaleciendo una democracia que, sin exagerar, ha costado vidas y un largo proceso inacabado (afortunadamente inacabado diría yo) que se reinventa y pone a prueba cada que una persona acude a la casilla. Es momento de votar, bajo la motivación que sea, pero de hacerlo, de votar desde el orgullo o el rechazo, para una continuidad o una promesa de cambio, por uno mismo o por alguien más, por todos incluso. Votar desde la emoción o la razón, votar desde la indignación o validar un proyecto, votar para visibilizar o para refrendar, votar por tradición o votar por vez primera. Votar, participar en un llamado a hacer del destino aquello que decidamos, que decidamos como colectividad, con responsabilidad, con memoria y esperanza, con anhelos y sin olvidar lo que ha pasado y lo que queremos que pase o nunca más vuelva a suceder. Votar y hacernos responsables de nosotros mismos, como individuos, como sociedad.