La vida en México nunca ha sido sencilla, cada etapa tiene su complejidad a la cual se debe sortear con destrezas, impulsos y hasta creatividad. Las condiciones casi nunca favorables para la mayoría de la población nos dan una constante exigencia de superación.
A los mayores problemas del país se suma el ganarse la vida de manera honrada con la profesión que cada uno desempeñe, y sabemos que en nuestro país ser periodista es tener una carga extra de complejidad.
Lo contradictorio es que una profesión de servicio a la sociedad, ya que nos informa sobre lo que pasa a nuestro alrededor, se ha convertido en un espacio de ataque a quienes buscan llevar la verdad a la sociedad y ha sido a costa de penosos dolores de cabeza y de la vida.
Las cifras empiezan a perder su peso cuando se les vacía de su significado, cuando se borra la magnitud de aquello que se enumera, cuando se repiten una y otra vez sin la gravedad que se requiere para mantener el asombro, cuando se normalizan, así como se ha normalizado las personas asesinadas y las desparecidas. Por ejemplo, el año pasado en nuestro país perdieron la vida 47 periodistas que ha sido la cifra más alta y el presente año ya lleva 3 personas asesinadas.
Los casos en su mayoría son de personas que vivían en ciudades medias, con una gran pasión y dedicación por su profesión, que realizaban periodismo de investigación, que habían recibido amenazas para callarles y donde hace tiempo la autoridad ha dejado de tener el peso de alguna vez tuvo. Casos en que el miedo motivó para seguir adelante y el compromiso de dar a conocer la verdad cobró el precio más alto.
La impunidad en todos los casos es la herida que más duele, porque hasta el momento los casos siguen abiertos en la mejor de las versiones, con líneas de investigación abiertas que esperan nuevos datos para generar evidencias de un asesinato que busca callar la verdad.
En este mes de enero en Baja California están los casos de Margarito Martínez periodista gráfico y Lourdes Maldonado quien desde 2019 expuso su caso ante el presidente en una “mañanera” en la cual dijo claramente “hasta temo por mi vida”.
Las condiciones del periodismo en México no son las mejores para desarrollar tan noble labor, sobre todo fuera de los grandes medios, aunque estos círculos ya han sido tocados por amenazas como lo vivió la periodista Azucena Uresti, que buscaron callar sus reportajes.
La función del periodismo es incómoda para quienes ocultan algo, por los temas que toca o la información que revela y porque pone al descubierto las dinámicas que perjudican a la sociedad en beneficio de unos cuantos. En un país que carece de los mínimos requisitos como estado de derecho, vida democrática sana y sociedad participativa debería preocuparse más por las y los periodistas que nos dotan de información para entender mejor nuestro contexto.
Buscar la justicia para Margarito Martínez, para Lourdes Maldonado o José Luis Gamboa, y todos aquellos periodistas que han fallecido en condiciones de violencia, también es exigir justicia para los que vivimos en un México que sigue siendo un reto sobrevivir y más como periodista de investigación.
Ernesto Gutiérrez