“Pues he visto extraviarse la piedad con demasiada frecuencia” escribió Saint-Exupéry, a lo que yo sumo que hemos perdido la capacidad del asombro, de indignarnos, de preguntarnos ¿qué hacemos para cambiar de rumbo? Esta reflexión seguirá vigente hasta que recuperemos esa capacidad para modificar lo que parece un infierno.
Las escenas que vimos la semana pasada en Zapopan e Ixtlahuacán del Río nos recordaron el horror de 2018, fue volver a sentirnos frágiles. El caos escaló al estado de Guanajuato y después a Chihuahua y Baja California para cerrar una semana llena de dolor y muerte.
Todo esto nos muestra que el crimen sí está organizado y los cuerpos de seguridad parecen que no, al ver la reacción a la emergencia. Hasta pareciera que no hay un protocolo en estos casos y que al menos en nuestro estado no aprendemos del pasado porque, tristemente no es la primera vez que suceden.
¿Cuál fue la respuesta de las autoridades locales? Pues la clásica de esta administración, “pasar la bolita” a la Federación porque, este tipo de crímenes no les compete y se originaron por una acción de ellos mismos. Es decir, usan la misma “estrategia” que tantas veces señalaron y al igual que administraciones anteriores han obtenido los mismos pobres resultados.
¿Cuál fue la Información oficial? Contradictoria, porque mientras salieron a decir que todo estaba controlado, seguían sucediendo eventos durante la noche y lo verdaderamente lamentable fue la muerte de al menos una persona, cuando los números oficiales arrojaban saldo blanco.
La declaración del gobernador:“Lo que evitamos fue que hubiera un problema mucho mayor; se trabajó muy bien”, nos deja claro que no vivimos en el mismo Jalisco. El discurso de no pasa nada y no desinformen se termina cuando la realidad te rebasa y solo queda la obstinación del vencido.
Porque la pregunta es, ¿cómo es posible tener cámaras en las fotoinfracciones que detectan números de placa y velocidad de vehículos durante la noche y el día, pero el C5 no puede darle seguimiento a un vehículo que participó en los bloqueos? Entonces, ¿cuál es el costo – beneficio de tenerlo? ¿Cómo se puede mejorar este equipo que ya se compró y no se ha podido usar correctamente?
A todo esto, nos podemos cuestionar, ¿quién va a coordinar los trabajos de seguridad en el estado?¿No será acaso una atribución del gobernador en turno?¿No será su responsabilidad velar por la seguridad de las y los jaliscienses?
Porque como eslogan de publicidad ya usaron “Defender a Jalisco” y “Cerrar filas”, que no han dado resultados y parecen solo anunciar un proyecto personal, pero no las acciones de un gobierno responsable.
Cuando un gobierno está rebasado, al punto de aceptarla infiltración de su Fiscalía, pero sigue con la misma “estrategia de seguridad”, de lavarse las manos, es solo un cascarón vacío quese dedicó a cooptar las instituciones y organismos como la CEDHJ, el ITEI, el Congreso, entre otros, pero no han podido resolver los problemas urgentes.
¿Qué queremos las y los jaliscienses? Lo decimos claramente: ¡seguridad! Esa que perdimos poco a poco y cada día extrañamos más.
Ernesto Gutiérrez