El papel de los partidos políticos es fundamental en la construcción de una democracia. Es común la frase de que se debe entender a un partido como una parte de un todo y no como un fragmento, como una cosa aparte, partida. Quienes participamos en ellos tenemos la obligación, para con la ciudadanía, los simpatizantes y militantes y nosotros mismos. Cada quien adopta el papel que le corresponde, como oposición responsable y minoría. El martes pasado los diputados de Hagamos rindieron su informe de actividades en Palacio Legislativo con un formato fresco y sobre todo, reflexivo. Cada fuerza política tiene el derecho de dar a conocer su postura y con esto, dar la cara a la ciudadanía sobre lo que se hace. No hay fuerza política pequeña, la palabra minoría es un reduccionismo aritmético que se debe de compensar con la grandeza de un proyecto político.
Es tal vez la filosofía de Hagamos en el Congreso, la de servir como un contrapeso al poder establecido que a veces se extiende, pero que no se comparte. La oposición es la mirada del otro, del que a veces padece el gobierno, del que, con todo el derecho y responsabilidad, decide criticar y exigir a su gobierno, del que lo fortalece y lo nutre, con visiones ajenas de cómo hacer las cosas, de incomodidad, de señalar con valentía y actitud propositiva. De no ceder a principios irrenunciables, y de negociar lo mejor para todas y todos.
“La gran protagonista del control parlamentario es la minoría”, afirmó Mara mientras nos recordaba que el Congreso representa los intereses de la población y que legisla para sí mismo, que es un contrapeso del poder, al que se le debe acotar, al que se le debe tener un control, no visto como dominación, sino como vigilancia, como una forma de evitar la tendencia del poder de abarcarlo todo. Coincido con ellos, sin control no hay resultados y por eso es que se han impulsado 14 iniciativas de comparecencias a funcionarios públicos en toda la legislatura, de las cuales 9 han sido generadas por el Grupo Parlamentario.
Si el Congreso representa a la población, aquellos que tienen una responsabilidad pública cuyas decisiones u omisiones afectan la vida de millones de personas, deben de ser conscientes del encargo y rendir cuentas a quienes les brindaron la confianza, deben responder siempre a una pregunta sencilla, comprometedora, aleccionadora y clara: ¿Qué están haciendo? Pero el papel de la mayoría ha sido el de encubrir y no dar explicaciones. Desde que inició este gobierno solamente ha habido siete comparecencias públicas, sin acciones contundentes que marquen un giro en el gobierno.
Es uno de los deberes de la oposición, de sus responsabilidades, exigir cuentas, y de nuevo cito “al impedir la rendición de cuentas en el Congreso dejamos de ver” perdemos la visión de lo que se hace y eso permite que lo que se hace pueda hacerse mal.
También escuchamos cómo hemos impulsado una agenda de izquierda, claramente definida por nuestros principios y el tono y temas de nuestras iniciativas, de matrimonio igualitario, de rechazo a las llamadas terapias de reconversión, de voluntad anticipada, de despenalización del embarazo, de uso del cannabis, de donación de órganos y recientemente, de matrimonio temporal. Sí, son temas polémicos, temas de avanzada, temas en los que creemos que urge un cambio sustancial y en la tribuna y en las calles buscamos llevar nuestro mensaje.
Es el papel de la minoría que, insisto, es un término que antoja al reduccionismo, pero que invita al reto de hacer grande la exigencia de justicia, de alzar la voz, de no conformarnos y aportar a mejorar las cosas. De formar parte de un mismo sistema de partidos donde la mayoría impone su poder y la minoría resiste y lucha todos los días por hacer posible la democracia.