La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara como espacio que hemos construido para escucharnos está en peligro, por gusto de unos pocos que se han cerrado al diálogo para dar paso a la adulación. Pensar que sus deseos están por encima de lo común es un error, porque la feria tomó un poco de cada una de las diversas visiones y además muchas personas aportaron para crear un espacio que ya es de todas y de todos porque así lo han queridos lectores, escritores, docentes, alumnos y toda persona que vea en el libro la herramienta de la posibilidad.
Recuerdo que hace unos días marchamos en defensa de la democracia, del árbitro que desde la ciudadanía nos vigila, nos organiza las elecciones y nos da certeza electoral. Ahora la FIL como espacio de las ideas y la argumentación sufre un ataque desde el poder.
De la FIL cada uno tendrá diversos recuerdos con sus primeras visitas desde la escuela, acompañar a algún familiar que nos motivaba a leer y entrar. Tal vez llegamos por la oferta de espectáculos que ofrece cada país invitado, o de plano le entramos a las variadas conferencias que nos abren un mundo con las distantes visiones que se pueden concebir.
La FIL se convierte en el ágora griega moderna que es el espacio máximo para la expresión de las ideas, del diálogo con argumentos, de encontrarnos con quienes no piensan igual, pero justamente eso es la gran riqueza de este espacio. Porque un mundo cambiante en busca de la novedad necesita el tiempo para la reflexión y replantearnos el camino como sociedad.
Como espacio de reflexión escuchar a Mircea Cartarescu fue esclarecedor, con el recorrido que hace desde La República de Platón donde plantea la ciudad ideal con ciudadanos inertes, paralizados, pero con el arte como fuerza revolucionaria capaz de mover al mundo fue la revalorización a la FIL como lugar de encuentro.
El arte del poeta como genio incontrolable que usa la ironía y sarcasmo en busca de despertar las conciencias del ciudadano, es la labor que muchísimos escritores realizan, pues el poeta expresa lo que los otros no se atreven, critican donde los otros callan llegando a la profético “y si me callo, las piedras hablaran”.
El discurso de Mircea revalora la poesía y los poetas como generadores de arte para una civilización sin cultura, sin literatura, sin poesía y por lo tanto sin rumbo. Solo así podemos entender los recientes eventos del gobierno estado que, con la actitud de sentirse dueño todo, incluso de las voluntades y tiempo de las demás personas busca imponer antes que dialogar convirtiéndose en la negación del arte.
Porque el libro es la herramienta más revolucionaria para cambiar nuestra realidad, porque la FIL es el espacio para las ideas, el debate y el diálogo, porque somos más los que queremos tener un encuentro así, por eso con la FIL no.
Ernesto Gutiérrez