Los cuentos infantiles de antaño no suelen ser escritos para niños, o sea, considerando que entenderán el argumento. Aunque el estilo carezca de complejidad sintáctica la prosa refleja un trasfondo educativo y los personajes engañan dotados de inocencia. En el panorama editorial, las primeras ediciones y las reediciones están acompañadas de ilustraciones de carácter artístico que elevan el valor del libro. Hay un bagaje histórico y cultural en los títulos populares que trasciende generaciones y sin embargo el misterio detrás de cada cual pocos eligen resolverlo.
1. Pinocchio de C. Collodi, ilustrado por Carlo Chiostri, un pintor gráfico cuya representación de la marioneta cobra vida en su ilustración que posteriormente inspira a Enrico Mazzanti para trazarlo colorido. Con un juicio severo sentencia a los humanos pero en varias ocasiones el narrador omite castigarlos.
2. Blancanieves y los siete enanos de los hermanos Grimm, ilustrado por Carl Offterdinger, posee elementos mágicos que transfiguran la maldad en un objeto cualquiera, por ejemplo, el espejo donde la bruja se mira cuestionando como al oráculo de Delfos: ¿quién es la más hermosa?
3. La sirenita de Hans Christian Andersen, ilustrado por Helen Stratton (reciente proyecto editorial de Yayoi Kusama, quien otorga al minimalismo el concepto de arte) y que esculpió en bronce Edvard Eriksen sobre la bahía del Puerto de Copenhague, escenifica una lucha entrañable cuando el buque que derriba la tormenta naufraga entre los dominios de Poseidón.
4. La bella y le bestia de Gabrielle-Suzanne de Villeneuve, atribuido a Jeanne Marie Leprince de Beaumont, ilustrado por Walter Crane, propiamente resulta un bestiario con múltiples variantes que encarnan en personajes míticos desde Cupido y sique al hombre bestia incapaz de gobernar instintos primitivos.
5. El maravilloso mago de Oz de Lyman Frank Baum, ilustrado por W. W. Denslow, parece una alegoría a la lucha social estadunidense del siglo XIX; creyendo falsas promesas del ilusionista, Dorothy sigue un camino de color amarillo que simboliza riqueza con que podrían pagar deudas los combatientes de la pugna política y económica.
El cuento permite que la literatura adquiera una narrativa transtemporal. En un contexto actual de constante ironía gusta, su aportación de mayor importancia podría considerarse la adquisición de una conciencia como instrumento crítico afuera del ámbito prosístico. No es una vocación per se la literatura, pero sí aprenderla.