1. El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, sale reforzado de la histórica quemazón que supone las intermedias para el inquilino de Casa Jalisco. Tendrá una mayoría parecida en el Congreso y con el PAN, la gobernabilidad garantizada. En el camino se distanció de aliados como el grupo político de la UdeG, por ejemplo. Alfaro ganó con sus siglas, sin alianzas y tiene más libertad de cara a la segunda parte del sexenio. Aunque nadie debe engañarse: es una victoria indudable, pero con el apoyo global de la tercera parte de los electores (33% munícipes y 32% diputados).
2. El alfarismo entra en una fase de reconfiguración. La victoria en Nuevo León, el aterrizaje de empresarios en puestos clave y el dúo Lemus-Frangie en Guadalajara/Zapopan son elementos que trastocan el sistema interno de MC. Los naranjas han mostrado unidad hasta hoy, pero sin un adversario fuerte que amenace su hegemonía en Jalisco, sí podemos ver una batalla por el control del partido y el futuro del proyecto. De la misma forma, MC tendrá que decantarse a nivel nacional (con AMLO o contra AMLO) y eso le puede suponer desgaste.
3. Morena demostró lo que siempre hemos sabido: tiene mucho presidente, muy poco partido y mucho menos candidatos. Si Morena, en el mejor momento de AMLO, no pudo penetrar decisivamente en Jalisco, la conclusión es que difícilmente lo hará en 2024. Las figuras más relevantes de Morena serán los alcaldes de Tonalá y Puerto Vallarta. Y, peor, el partido del presidente no podrá bloquear reformas constitucionales en el Congreso -lo que casi los margina a la irrelevancia parlamentaria. Eso sí, el fratricidio interno seguirá ante la ausencia de institucionalidad y liderazgo morenista en Jalisco.
4. El PAN tuvo un espejismo en 2018. Las alianzas con MC pintaron una especie de renacimiento blanquiazul, logrando ser la segunda fuerza en el Congreso. Tres años después, el PAN sólo es competitivo en Los Altos. Me parece que el grupo del Comité Estatal, que lleva años administrando la derrota y haciendo negocios con ella, difícilmente podrá mantenerse en la misma posición. Vendrá una dura sacudida de la dirigencia nacional. Y es que el PAN creció ampliamente en el país, pero en Jalisco continua por los suelos.
5. La UdeG ya tiene su partido en solitario. Por décadas, el grupo político que encabeza Raúl Padilla controló buena parte del PRD (aunque tenía que negociar o con Alfaro, o con AMLO, o con los Chuchos), acordaba con el PRI o con MC. Ahora, el grupo político gobernará directamente entre 6 y 7 municipios, y con su más de 5 por ciento de votación puede entrar al Congreso con dos curules. Le salió la apuesta al licenciado.
6. Futuro es la gran decepción de la contienda. A diferencia de 2015 y 2018, el partido de Pedro Kumamoto perdió su transversalidad y le dejó el camino pavimentado a MC. Futuro se equivocó en candidaturas y en permitir la deslealtad interna. ¿Qué pasó? A Futuro lo vieron más cercano a Morena y todo ese voto de clases medias se fue a MC. Si Futuro no recupera un discurso que apele a una mayoría de tapatíos, más que a un partido con opciones de gobernar se va a convertir en un PRD 2.0.
7. Y, por último, el PRI. Pudo haber sido peor. Está luchando codo a codo con el PAN ser la tercera fuerza política de Jalisco. Al PRI le quedan muchos años de travesía en el desierto. A nivel nacional, el desmoronamiento en gubernaturas y peso parlamentario es imposible de disimular. El PRI no desaparecerá, pero se mantendrá un buen tiempo en la irrelevancia.
@eftoussaint