Política

Giro ultra

Enrique Toussaint. Giro ultra
Enrique Toussaint. Giro ultra

La política se mueve a través de bloque históricos. Dichos bloques tienen mucho que ver con el espíritu de los tiempos. Los ochenta fue la gran irrupción del ultraliberalismo de Reagan y Thatcher. La libertad económica era el concepto. Hartos de los estados del bienestar y el alto pago de impuestos, el mundo giró hacia la desregulación y el individualismo. Recordemos aquella frase muy ilustrativa de Thatcher: “la sociedad no existe”. Antes, en las décadas posteriores a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial fue el florecimiento de la socialdemocracia. Treinta años en donde las tesis de la izquierda reinaron. La historia se mueve en péndulos ideológicos y una acción siempre trae una reacción.

Los debates de aquellos años tenían que ver con la economía. O mayoritariamente con la economía. Hasta dónde llega el Estado y hasta dónde llega el mercado. Qué es público y qué es privado. Esas líneas confeccionaban los clivajes más ardientes de la época. Eso ha cambiado.

Occidente gira claramente a la derecha. A posiciones ultraconservadores que parecían enterradas en un pasado muy lejano. Demos un repaso a las principales democracias del mundo. Las encuestas en Estados Unidos colocan a Donald Trump en empate técnico con Joe Biden. Incluso, Ron DeSantis -gobernador de Florida- salta a la arena electoral a disputar la candidatura republicana con un discurso abiertamente hostil con las libertades. Denuncia a Disney por adoctrinar a los niños y dice estar en contra del pensamiento “woke” de la izquierda. El termino “woke”, poco utilizado en México, hace referencia al progresismo identitario: raza, género o clase social.

En Europa, la ultraderecha de Alternativa Para Alemania se está comiendo al partido de derecha moderado, la democracia cristiana heredera de Merkel, Adenauer o Kohl. En Sonneberg, Alternativa por Alemania ya gobierna. Su primer cargo electo. En Francia, todas las encuestas apuntan a un fortalecimiento de Marine Le Pen producto de la erosión del gobierno moderado de Macron. La calle está incendiada en Francia y lo capitaliza incluso el filonazi de Eric Zemmour. En Italia, ya gobierna la ultraderecha de Meloni con los Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia. Sólo Reino Unido parece tender hacia el laborismo luego de años de inestabilidad de los conservadores en Downing Street.

España vota este domingo con todos los pronósticos favorables a la derecha. Con un añadido: el Partido Popular -que ha encabezado la Presidencia del Gobierno con Mariano Rajoy y José María Aznar- sólo puede gobernar con Vox, un partido ultracatólico más cercano al franquismo que a la democracia. Un partido que niega la evidencia del cambio climático; niega que exista violencia de género; acusa a los migrantes de estar detrás de la violencia y la inseguridad. Un partido abiertamente racista. Si en España se configura un gobierno PP-VOX, la ultraderecha -neofascista- estaría en el Consejo de Ministros de dos de las cuatro primeras economías de Europa. Y los pronósticos es que puedan ganar las elecciones en Francia y se devoren a la derecha moderada en Alemania. Donald Trump y Vladimir Putin están logrando su cometido: el mundo occidental, el de las libertades, gira peligrosamente a posiciones que parecían parte del pasado. La invasión a Ucrania también ha fortalecidos a los extremismos.

¿Qué hay detrás de este giro copernicano hacia la ultraderecha? Cinco razones.

La primera, las redes sociales como instrumentos de intoxicación. La ultraderecha mundial ya sea trumpista, Bolsonarista, Vox o Berlusconi se alimenta de la mentira para generar miedo. Hay que recordar que Trump basó su campaña en decir que los migrantes mexicanos eran violadores y asesinos. No hay ningún dato que sostenga tal afirmación. Vox hace lo mismo con los inmigrantes árabes en España.

El segundo, en el caso europeo: la defensa de la cristiandad y la identidad. En España y en Italia, el retorno al nacionalismo religioso es evidente. Meloni dio un discurso en Andalucía apoyando a Vox en donde hablaba casi de la “reconquista” de Europa. Retrotrayéndonos a la caída del Reino Nazarí de Granada en el siglo XV. Discursos que alimentan la idea de que detrás de la migración existe la intención de sustituir a la Europa blanca y cristiana por el islamismo. “La gran sustitución” (Le grand déplacement) es una teoría conspiranóica que recorre con fuerza Europa y algunos círculos ultraconservadores en Estados Unidos.

Tercero, el combate al feminismo. Los partidos ultras son votados mayoritariamente por hombres. Machos que consideran que el feminismo está yendo muy lejos. Por eso, Meloni o Abascal niegan que exista violencia contra las mujeres debido a género. La llaman violencia intrafamiliar. Tratando de volver a aquellos años en que la violencia contra las mujeres era un tema doméstico que se debía resolver en el seno del hogar. Los cambios sociales generan ansiedad y los ultras proponen la vuelta al modelo tradicional de familia. Y dicen: está bien que seas machista, no tienes que cambiar.

Cuarto, la eliminación de la verdad. Los populismos de todo signo ideológico comienzan una batalla a muerte contra la verdad. Por eso se enfrentan a los periodistas y a los científicos; se enfrentan a los intelectuales y a las universidades. Lo sabemos bien aquí en México. Los ultras le dicen al “pueblo nacional” que los medios de comunicación o los expertos son élites que desprecian al ciudadano común. La victimización les permite asumirse como la única encarnación del pueblo.

Cinco, los movimientos contra la corrección política se han movido hacia la derecha. Hoy, el incorrecto es el homófobo, el racista o el misógino. No quien lucha por un futuro más justo o igualitario. La rebeldía se volvió de derecha, citando el libro de Pablo Stefanoni. Se rompieron los consensos sobre derechos humanos y dignidad. Ahora se discrimina con altavoz y sin ningún rubor.

España es una democracia de calidad. La transición de los setenta no fue idílica, pero les permitió salir de una dictadura cruel como la franquista y convertirse en una democracia homologable con el resto de Europa. Es también un país que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo o el aborto antes que nadie. Un país donde el feminismo es vibrante. Un país moderno y muy lejano a las tinieblas de aquél pasado nacionalista y ultracatólico. El giro del mundo hacia posiciones ultras es una gran noticia para el Kremlin y una muy mala noticia para los que amamos la libertad. Ojalá España no retroceda cincuenta años en un solo día. 


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