
El verbo más repetido en la prensa estos días es: deshojar. Ricardo Villanueva está deshojando la margarita. Hay un consenso entre las principales plumas políticas de Jalisco: si Villanueva se registra, Movimiento Ciudadano está en una bronca seria. El problema es que pocos de estos análisis se acompañan con información dura. Son más bien intenciones o deseos. Algunas preguntas son obligadas: ¿Es buen candidato el rector? ¿En qué zonas de la ciudad podría ser clave para Morena? ¿Puede romper la política de bloques en la ciudad (oriente vs. Poniente)? Veamos.
Desde 2015 a la fecha, Movimiento Ciudadano ha ganado Guadalajara con una horquilla de votos que se ha movido entre los 273 mil que obtuvo Lemus y los 337 mil de Enrique Alfaro. Ismael del Toro obtuvo 285 mil en 2018. Morena no existió en 2015, pero en 2018 y 2021 ha sido la segunda fuerza política (181 y 140 mil, respectivamente). Es muy difícil ganar Guadalajara, en elección constitucional, si no se rozan los 280 mil votos. Por lo tanto, Morena y sus satélites (Verde, PT, Hagamos y Futuro) tendrían que cosechar 100 mil votos más que en su mejor resultado cuando Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia y fue la primera fuerza política presidencial en Guadalajara. ¿De dónde vendrían esos votos?
No parece que el poniente de Guadalajara sea un posible granero de votos para los guindas. En 2021, Morena se quedó a 29 puntos de MC en el poniente (elección a diputados) y a casi 35 en la elección municipal. El electorado del poniente de Guadalajara ha demostrado -elección tras elección- que no quiere a Morena gobernando en Hidalgo 400. Es cierto que Villanueva podría ser un candidato mejor visto en el poniente -igual que Mariana Fernández y Alberto Uribe, por cierto-, pero cuando fue candidato en 2015 no parece haber podido conectar con las clases medias tapatías. Según el INEGI, es clase media quien gana entre 14 y 78 mil, eso supone dos de cada tres electores en Guadalajara. No es descabellado decir que la clase media tapatía es quien decide quien gobierna la ciudad. El PRI tuvo que reencontrarse con esa clase media para volver a gobernar en 2009.
El oriente navega en otra dirección. El desgaste de Movimiento Ciudadano se ha venido registrando en las encuestas. Particularmente aquella que publicó XTrategia GDL en Mural hace poco más de un año. La penetración de los programas sociales también explica el repunte de Morena. No obstante, para que el oriente inclinara la balanza a favor de Morena, el partido guinda tendría que meter auténticas palizas en el distrito 9 (Huentitán y Oblatos) y el distrito 11 (La Luz del Mundo). En los últimos comicios, Movimiento Ciudadano logró rascar victorias apretadas a nivel local, pero perdió la disputa de estas demarcaciones a nivel federal. Todo indica que la Luz del Mundo operará para Morena, debido a la amplia protección política y judicial que ha recibido de la autollamada Cuarta Transformación. También, todo indica, que el distrito 9 será para Hagamos, el brazo político de la UdeG. En estos dos distritos, Morena tendría que ganar por 50 mil votos (en ambos) para emparejar la previsible distancia de MC en el poniente de Guadalajara.
Ahora, el rector tiene muchas cualidades: es un técnico, académico, demócrata, buena reputación mediática. No obstante, no creo que nadie lo considere un buen candidato. Incluso creo que él no quiere ser candidato; me parece que son más las circunstancias las que parecen obligarlo. Al poder ingresar a la coalición a través de Hagamos, el rector puede esperarse hasta enero y decidir según las circunstancias presupuestales que enfrenta en su último año completo como rector. Eso sí: la alianza entre Morena y la UdeG es un hecho consumado. Habrá más columnas para tratar este hecho que hubiera parecido imposible hace un lustro.
Viendo los números y analizando el comportamiento electoral de los tapatíos no veo que el rector suponga un hándicap electoral para Morena. Todas las encuestas, locales y nacionales, sostienen que Morena tiene un alto grado de fidelidad electoral, sea quien sea su candidato. Mucho voto duro y poco voto volátil. También te dicen las mismas encuestas que hay poco trasvase de votos de MC a Morena en Jalisco. Y menos del frente. Por eso la ruptura de Marcelo Ebrard no suponía dividir el voto de Morena. A diferencia del votante emecista que puede cambiar de opción política de acuerdo con las candidaturas que le proponen, la coalición morenista es sumamente estable en intenciones electorales. Morena está fuerte para sus estándares en Jalisco, pero no hay encuestador serio que no te sostenga lo siguiente: Morena ya está en su techo.
Los electores tapatíos tendrán la posibilidad de premiar o castigar lo que han sido ya ocho años de gobiernos de MC. Un ciclo sólo comparable al panista que se tradujo en 15 años ininterrumpidos de administrar la capital. Las encuestas nos muestran una elección polarizada y cerrada. El oriente-norte con Morena, y el poniente-sur más cercanos a MC. Los naranjas tendrán que reducir sus desventajas en el oriente, algo que ya sucedió en 2021. Lo que no me queda tan claro es que Morena pueda subir mucho más en el poniente que aquello que logró con López Obrador y Claudia Delgadillo (hoy candidata a gobernadora) en la boleta. Guadalajara es clave no sólo por lo que representa para la ciudad en su conjunto, sino también porque el liderazgo político siempre se construye desde la capital. Quien gane Guadalajara será la o el principal aspirante a la gubernatura en 2030.