Política

¿Cómo llamamos a esto?

México ya no es una democracia. Dejando de lado a los propagandistas y medios pagados por el régimen, no hay institución ni autoridad de prestigio en el mundo que sostenga que México sigue siendo un sistema democrático. El Índice para la Democracia de la Universidad de Oxford pone a México en 5.32, siendo cero una dictadura perfecta y 10 una democracia perfecta. El sistema político mexicano es tan poco democrático como el de Kenia, Tanzania, Honduras o Marruecos (éste último tiene un rey que ejerce como tirano). Por lo tanto, el sueño de que México pudiera ser una democracia homologable a Canadá, Uruguay o alguna nación europea, es una ensoñación que quedó enterrada. 

Sin embargo, bien reza el dicho que “la capacidad para empeorar es infinita”. Sólo en la semana que se va, el Congreso –convertido en la oficialía de partes de Sheinbaum– aprobó cambios legales que profundizan la deriva autocrática. Por ejemplo, el control de los datos biométricos de los mexicanos a través de la nueva CURP. El Gobierno será juez y parte a la hora de utilizar nuestros datos privados. Recordemos que ya hay Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) que obligue al Gobierno a actuar con imparcialidad. 

La cosa no acaba ahí: Morena y sus aliados profundizaron la militarización del país con leyes secundarias que nos alejan de cualquier alternativa civil en materia de seguridad. ¿Se imagina a usted a militares en el Congreso? Pues no nos falta mucho para ver a soldados representando a Morena. La propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) criticó a México por dotar de facultades a los militares “sin control”. Incluso, en las leyes relacionadas con lavado de dinero, el Gobierno se arrogó prerrogativas incluso para escarbar en la información fiscal que le plazca sin autorización judicial. Y bueno, cuando necesite autorización no será problema: a partir de septiembre controlan a cada juez y cada magistrado que “impartirá justicia” luego de la elección judicial. El proyecto de Morena es destruir el sistema de pesos y contrapesos de la transición para sustituirlo por la concentración absoluta del poder en manos hoy de Sheinbaum... mañana puede ser quien ocupe la silla presidencial. 

Toda esta deriva autocrática ocurre en un momento de profunda desmovilización social. Percibo un México anestesiado. La clase media, que suele ser el pivote de los cambios políticos, en total adormecimiento. Es como si el sexenio de López Obrador nos haya dejado como corolario un país cansado, apático y carente de alternativas. Las reformas se aprueban, se suceden una tras de otra, y la ciudadanía parece no molestarle el camino hacia la disolución de la pluralidad. Parecería que muchos se conforman con las mismas recetas, pero con otro estilo. López Obrador molestaba por sus formas y su polarización, pero Sheinbaum no se ha separado ni un ápice de su senda hacia el control absoluto del poder. Y su afán de control no suscita las mismas indignaciones.

La propia presidenta ya ha anunciado que enviará una reforma política en breve. Lo que sabemos es que busca eliminar a los diputados y senadores de representación proporcional, reducir el financiamiento a los partidos políticos y constreñir la autonomía del INE. En correcto castellano: destruir lo que queda de pluralidad política en México. El Plan A de López Obrador, aquél que murió por no tener mayorías en 2023.

El embate contra las libertades democráticas también se está traduciendo en leyes aprobadas en los estados que buscan acotar la libertad de expresión y apuestan por censurar a la crítica. Son varios estados que ya empezaron esta ruta, por ejemplo: Puebla. De acuerdo con lo aprobado en este estado, un crítico en redes sociales podría pasar hasta tres años en prisión por “injuriar o insultar”. Sólo países autoritarios como China, Cuba o Corea del Norte apuestan por encarcelar a quien insulta al Gobierno en redes sociales. 

La pregunta que me hago desde hace días es: ¿Cómo llamamos a este nuevo sistema político? ¿Cómo llamamos a un sistema que controla el Poder Ejecutivo, el Legislativo y a partir del primero de septiembre el judicial? ¿Cómo llamamos a un régimen que mantiene un pacto político con los militares y los empodera a niveles inimaginables? ¿Cómo llamamos a un régimen que puede manejar nuestros datos sin apenas oposición o entrar en las cuentas bancarias con el aval de los jueces que ya controla? ¿Cómo llamamos a ese régimen que sofoca y encajona presupuestalmente al órgano electoral porque no le gusta como hace su trabajo? ¿Cómo llamamos a ese régimen que no hace nada contra gobernadores que promueven leyes que buscan encarcelar a críticos?

Ya encontraremos cómo llamar a la criatura, lo que es innegable es que esto no es una democracia. México lleva años sin serlo. 


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Enrique Toussaint
  • Enrique Toussaint
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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