Cultura

Ganar a la mala

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Luis M. Morales
Luis M. Morales

En las elecciones federales de 2021, los partidos de oposición obtuvieron el 54% de los votos totales, contra el 46% de Morena y sus satélites. Si aquel resultado se repitiera en 2024 y la oposición presentara un candidato de unidad, el partido en el poder perdería la presidencia de la república. Ante la muy factible posibilidad de que esto suceda, López Obrador se ha sacado de la manga una reforma legislativa para demoler el INE y anular la imparcialidad de los consejeros electorales. No se trata sólo de poner una zancadilla a la oposición, sino de retroceder a la época en que el presidente heredaba el trono al miembro más incondicional y servil de su equipo (en este caso, la corcholata Sheinbaum), conculcando por sus pistolas los derechos políticos de todos los ciudadanos. Los arteros recortes al presupuesto del INE son el primer paso en esa dirección.

La izquierda mexicana cuarteó el viejo sistema corporativo cuando la corriente democrática del PRI se divorció de su partido y más tarde, junto con otras organizaciones, creó el Frente Democrático Nacional. Millones de mexicanos creímos y seguimos creyendo que Cuauhtémoc Cárdenas fue despojado de su victoria electoral en 1988, cuando Manuel Bartlett perpetró la caída del sistema de cómputo que le dio la victoria a Salinas. La creación del primer instituto electoral autónomo de nuestra historia fue un triunfo de la sociedad entera, pero especialmente, de las multitudes que salimos a las calles a protestar por el fraude y tachamos a Salinas de usurpador. En 1988, AMLO era líder del PRI en Tabasco. No protestó contra el fraude porque aspiraba a ser gobernador de su estado y sólo un año después se afilió al PRD, cuando la dirigencia del PRI le negó la anhelada candidatura. Rompió con el antiguo régimen porque frenó su ascenso, de lo contrario hubiera seguido ahí. Desde entonces ha sido un falso demócrata incapaz de reconocer una derrota electoral. Cuando perdió la presidencia en 2006 recurrió a la misma táctica empleada por Trump en 2020: alegar fraude para mantener su liderazgo, y ahora, temeroso de perder otra vez, intenta eliminar al árbitro que le dio la victoria en unos comicios inobjetables.

Otro golpe a la democracia se ha puesto en marcha con la venia del presidente: las anticipadas precampañas de sus corcholatas, que derrochan el dinero público para ganar adeptos, sin esbozar siquiera un programa de gobierno. Su estrategia promocional con jingles y memes idiotas es un insulto a la inteligencia de los mexicanos. Ni las estrellas más fraudulentas de la farándula caen tan bajo para obtener popularidad. Todos saben que AMLO nombrará por dedazo al candidato presidencial de Morena, pero con tal de sostener la farsa de que la competencia interna se decidirá por medio de un sondeo, están saqueando al erario con una inversión multimillonaria en bardas, redes sociales y anuncios espectaculares. Tamaña corruptela debería bastar para que el Trife los retire de las boletas.

Hay una evidente incongruencia entre el triunfalismo de la propaganda oficial y la intentona morenista de dar marcha atrás al reloj de la historia: si el pueblo en masa respalda a la 4T, como afirma el caudillo todos los días, ¿por qué no acepta competir con un árbitro imparcial y autónomo? ¿Acaso teme que la gente le pase la factura por la militarización del país, los apapachos al crimen organizado, el pacto de impunidad con Peña Nieto, el megafraude en Segalmex, la destrucción del Seguro Popular, el pésimo manejo de la pandemia, el desbasto de medicamentos contra el cáncer, el rebrote de enfermedades como la tuberculosis y la poliomielitis, el hundimiento de la educación pública, el despilfarro de recursos en obras inútiles como el AIFA, la devastación ecológica de la Riviera Maya, y la enorme deforestación ocasionada por el programa Sembrando Vida? Si su gobierno sólo ha cosechado éxitos, ¿por qué se obstina en ganar a la mala?

Por desgracia, el destino de la democracia está en manos de los congresistas del PRI comandados por el rehén Alito Moreno. La vocación restauradora del PRIMOR es una grave amenaza para las libertades políticas. Supongo que dentro de Morena todavía quedan verdaderos demócratas que aspiran a obtener una victoria ilegítima en 2024, pero ninguno se atreve a disentir del tlatoani. Es el momento de hacerlo, si aún les queda un poco de vergüenza. Hace falta una gran movilización social para defender al INE, pues de otra manera el gobierno volverá a ser juez y parte en las elecciones. Las bravatas del presidente contra los ciudadanos que asistiremos este domingo a la marcha en defensa del instituto delatan que se quiere aferrar al poder a toda costa, en calidad de Jefe Máximo, y está fraguando una elección de Estado. Ya es hora de ponerle un límite a su despotismo.

Enrique Serna


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Enrique Serna
  • Enrique Serna
  • Escritor. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha publicado las novelas Señorita México, Uno soñaba que era rey, El seductor de la patria (Premio Mazatlán de Literatura), El vendedor de silencio y Lealtad al fantasma, entre otras. Publica su columna Con pelos y señales los viernes cada 15 días.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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