“La vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero debe vivirse hacia adelante”
Soren Kirkegaard
¿A qué ser humano no le sucedió que de joven tenía la energía y el ímpetu para viajar y hacer cosas, pero no tenía el dinero suficiente, y luego ya viejo tenía el dinero suficiente, pero no la energía ni la juventud?
Allá por la India entre los años 400 o 500, un rico y poderoso rey que aburrido, ordenó a los sabios e inteligentes de su reino que idearan algo para entretenerlo.
Tiempo después, el sabio Sissa, presentó el ajedrez, juego que le fascinó y agradecido, ofreció a su creador escoger su pago.
Sissa, pidió al rey un grano de trigo por el primer cuadro del tablero, el doble por el segundo y así, duplicando el monto de uno a otro hasta completar el tablero, petición que pareció modesta a cambio de la alegría que el juego había brindado.
Gran sorpresa al ver que los súbditos del rey apilaban costales, para terminar por decir que en todo el reino no había ni habría jamás suficiente trigo para pagar lo comprometido, siendo más de 18 trillones de granos, (equivalentes a miles de cosechas mundiales).
La leyenda de Sissa, nos hace reflexionar que las consecuencias de algunas decisiones pueden ser exponenciales.
En tiempos recientes no hubo un rey aburrido, sino una pandemia que provocó el encierro de la población y riesgo de desastre económico global.
Los sabios, los poderosos gobernantes, decidieron inventar, imprimir y multiplicar el dinero para darlo a la población y con ello evitar el colapso de la economía llegando incluso a trillones de dólares.
Estados Unidos, otorgó estímulos a las empresas y a la población, prestando, regalando y dando dinero a gente que jamás había tenido esas cantidades como producto de su trabajo. El encierro, la ociosidad y la falta de posibilidades para gastarlo de otras maneras, hicieron que la gente comprara en línea todo tipo de cosas, necesarias e innecesarias.
Así, el exceso de dinero y de tiempo ocioso, invitaron a que la gente invirtiera en la bolsa, criptomonedas, etcétera, con o sin experiencia, provocando una gran burbuja, resultando en que quien nunca tuvo ahora tuviera lo regalado, más lo aparentemente ganado tan fácilmente.
Ya que la población tenía créditos fáciles y a tasas bajísimas, decidieron también, comprar departamentos, casas, coches, etc.
Al salir del encierro, el deseo de viajar, de recuperar el tiempo perdido, ahora con la sensación de riqueza, movieron a la gente a gastar. Enormes filas en tiendas de marca, restaurantes repletos, vuelos saturados pero cada vez menos gente que trabajara ya que ahora ellos estaban comprando y en vez de ser meseros ahora eran comensales.
Todo lo anterior, provocó una disrupción en las cadenas de suministro globales en todo tipo de cosas.
Ahora, los que marcan el rumbo de las economías, se dan cuenta de que la inflación y carestía de muchos insumos se ha agravado, por lo que han decidido tomar medidas radicales, queriendo ahora, revertir lo provocado.
Pero aquel ciudadano común y corriente (meseras, taxistas, carpinteros, etc.) que ya habían saboreado la sensación de ser ricos, de nuevo se ve obligado a volver a trabajar, pero ahora, sin dinero fácil y con grandes deudas.
La historia nos dice que la la frustración de la gente al perder la esperanza del mañana y ver que como siempre, hay ganadores y perdedores ha provocado incluso guerras.
Se han juntado varios factores que nos pueden llevar a una tormenta perfecta ya no solo económica, sino de descontento social y el reflejo lo hemos estado viendo en el avance de las izquierdas radicales en los países de centro y Sud América.
Y como Kirkegaard mencionaba, comprendemos la vida y los deseos viendo el pasado, lo que carecíamos y anhelábamos, y hoy que hay el dinero suficiente, hay altos precios, desabasto, y hasta falta de quienes quieran atender en un restaurante, ayudar a remodelar la casa e incluso hoy, pilotear los aviones que nos transportan a aquellos lugares que siempre quisimos conocer.
Mi opinión es que en el corto plazo, los gobiernos estarán forzados a tomar la decisión entre perder la aprobación de sus ciudadanos por una crisis económica o seguir el juego de Sissa, duplicando la cantidad de circulante en la economía una y otra vez aún con el costo de que ese dinero, cada vez valga menos.
Enrique Espinosa Olivar